reducir el estrés

Nuestras personalidades, emociones, miedos... Cómo afecta el Síndrome de Intestino Irritable a nuestra calidad de vida, a nuestra vida social y profesional.
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macu
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#1

Mensaje por macu »

Está claro que los movimientos de los intestinos están directamente ligados al sistema nervioso. Todos vivimos situaciones estresantes; el estrés es algo normal. Pero existe un estrés negativo que es el que nos afecta física y mentalmente. Yo he estado estudiándome durante este último año y finalmente he decidido replantearme mi vida; es imposible eliminar de ella aquello que me produce un continuo estrés, pero sí que se puede reducir. Mi patología empezó a hacerse evidente hace unos 4 años y medio, por aquel entonces yo llevaba más de un año trabajando en una empresa como comercial. Soy una chica muy perfeccionista, muy organizada, muy responsable; trabajo dando la cara ante personas serias y tengo que demostrar que mi empresa también es seria. Mi trabajo me encanta porque me gusta relacionarme con los demás pero es un trabajo sumamente estresante que finalmente, año tras año, me ha ido pasando factura. Viajaba mucho, comía fuera de casa (sin descansar, con prisas), trabajaba en tensión (visito a mis clientes con cita fijada, es difícil llegar siempre puntual y yo lo hago), en fin, el coche y las prisas son y eran mis compañeros (no encuentro sitio para aparcar, me han puesto una multa...). El problema, como nos pasa a todas, es que después de esa jornada laboral en que llegaba cansada a casa, tenía que atender a mi hija, ir a comprar, preparar comidas, arreglar la casa... Mientras no he sufrido de dolores lo he llevado más o menos bien porque soy muy activa y no sé estar quieta, pero, en cuanto empecé con estas molestias hace 4 años, trabajar con dolor se me ha ido haciendo cada vez más insoportable.
Hace un mes me planteé que o reducía mi jornada laboral o al final iba a empeorar y terminar con una invalidez permanente, y para alguien como yo que tiene muchos deseos de seguir aprendiendo y haciendo cosas nuevas eso era morirme. Así que ahora trabajo por las mañanas, normalmente mis episodios dolorosos son más fuertes por las tardes. A partir de las cinco que viene mi hija del cole estoy con ella, hacemos los deberes, jugamos... Sigo yendo a comprar, limpio la casa, estudio temas relacionados con mi trabajo... pero dispongo de más horas y estoy más relajada.Por las tardes, cuando me noto molesta y sé que el dolor va ir en aumento, me tumbo, hago respiración abdominal e intengo relajarme; si esto me ocurriera estando trabajando aún me pondría más nerviosa y el dolor sería horrible. En la sociedad en la que vivimos a veces es difícil poder compaginar trabajo y salud, pero hay que replantearse que lo primero de todos somos nosotros y nuestra salud.
paola z

#2

Mensaje por paola z »

Hola! yo también padezco intestino irritable y estudio psicología, también estoy en tratamiento psicológico aparte del médico y nutriólogo.
Muchos tienen dudas de la efectividad de las terapias en nuestro caso y aquí les pongo una parte del artículo. Si les interesa pueden dirigirse a bombolbi@voila.fr para que se los comparta. Es largo por eso no lo publico todo.

RESUMEN

El síndrome de intestino irritable es un trastorno funcional que se caracteriza por la presencia de síntomas gastrointestinales. En la actualidad se considera que los factores situacionales son los más relevantes en la etiología de este trastorno psicofisiológico.

Los tratamientos actuales se centran en contrarrestar los efectos del estrés y entrenar en manejo de contingencias.

Presentamos un caso con diagnóstico de Trastorno de Angustia sin Agorafobia e Hipocondría en el que se interviene sobre unas diarreas psicosomáticas a partir de una conceptualización del mismo desde los modelos respondiente y operante. El análisis funcional del caso recomienda la utilización de las técnicas exposicionales que en un período breve de tiempo reducen la ansiedad asociada a los síntomas gastrointestinales y posteriormente la frecuencia de las diarreas. El seguimiento de los doce meses indica que no se ha producido una recuperación espontánea de la sintomatología. La cliente continúa sin presentar síntomas hipocondríacos, de trastorno de angustia ni de diarreas psicosomaticas.

Consideramos que estos resultados preliminares son muy prometedores por lo que se precisa que se intenten replicar estos hallazgos.

El síndrome de intestino irritable es un trastorno funcional caracterizado por un conjunto de síntomas gastrointestinales, en el que son definitorios el dolor abdominal y la alternancia del hábito intestinal (diarrea y estreñimiento) asociados, a menudo, a síntomas extradigestivos (fatiga, cefaleas, mialgias, insomnio), y sin que hasta el momento se haya conocido una causa orgánica que justifique este cuadro clínico. Estos síntomas presentan un curso evolutivo, marcado por periodos de remisión y exarcerbación, que aunque es muy diferente de un sujeto a otro sigue un patrón relativamente constante (Murney y Winship, 1982; Shuster, 1989).

El síndrome de intestino irritable (SII) es la principal causa de consulta ambulatoria del aparato digestivo, con una frecuencia que oscila entre el 30% al 70% de los pacientes que acuden a dicha consulta. Se estima que afecta a un 10%-20% de la población general.

Aunque aparece a cualquier edad, afecta principalmente a adultos jóvenes entre 30 y 35 años, con una edad de comienzo en torno a los 20 años. Es más frecuente en mujeres que en hombres (2:1).

La etiología del SII es aún materia de investigación. Se ha abordado desde el ámbito médico y el psicológico en busca de un patrón de motilidad o de un perfil psicológico característico en estos pacientes, pero no se ha podido encontrar una pauta diferenciadora y específica para estos enfermos. En la actualidad, los factores psicosociales son, sin duda, los de mayor relevancia en la etiología del SII, hasta el punto de que este problema es considerado como un trastorno psicofisiológico.

Desde el ámbito médico se relaciona el origen de los síntomas con un trastorno de la fisiología gastrointestinal, aunque actualmente no se reconoce una alteración específica que permita hacer un diagnóstico diferencial. El diagnóstico se realiza, entre otras cuestiones, por exclusión de patología orgánica. Manning, Thompson, Heaton y Morris (1978), definieron unas características asociadas al dolor que permiten diferenciarlo del que ocurre en enfermedades orgánicas del aparato digestivo: 1) alivio con la deposición, 2) asociado a deposiciones más frecuentes, 3) asociado a deposiciones más blandas, 4) asociado a deposiciones con moco, 5) asociado a sensación de evacuación incompleta, y 6) asociado a distensión abdominal.

El diagnóstico se realiza a partir de la exclusión de patología orgánica y por la presencia de síntomas característicos al menos durante tres meses, cuando el paciente consulta o toma medicación al efecto, y siempre que se alteren sus condiciones o estilo de vida. La conducta del paciente, las referencias que hace acerca de su sintomatología y los comportamientos que adopta en relación a la misma, son decisivos en el diagnóstico. Recientemente, se enfatiza que el factor fundamental que motiva la aparición de este trastorno es el aprendizaje de una conducta inadaptada de enfermedad crónica.

Desde el ámbito psicológico, los estudios realizados no han encontrado alteraciones psicológicas específicas en pacientes con SII, lo que sugiere que existen varios factores que pueden ocasionar los síntomas a través de los siguientes mecanismos:

1. Alteración de la motilidad colónica como causa del estrés, ya que estos sujetos refieren un mayor número de vivencias estresantes que otros pacientes con enfermedades digestivas o que los sujetos normales (Chaudhary y Truelove, 1962; Creed, Craig y Famer, 1988) Por otra parte, en un estudio de Moreno-Romo, Botella y Bixquet (1996) se enfatizaba la influencia de los problemas cotidianos en la sintomatología orgánica de los pacientes con SII. Las variables que tenían un mayor peso eran las del ánimo depresivo y ansioso, seguidas de la mala relación laboral y los conflictos de pareja y con los hijos.

2) El mayor grado de neuroticismo que muestran estos enfermos al compararlos con individuos sanos (Esler y Goulston, 1973; Latimer et al.,1981), puede indicar que los síntomas reflejen una amplificación neurótica de lo que para la población normal son molestias normales.

3) La elevada frecuencia de diagnósticos psiquiatricos en los pacientes con SII (54%-100%), siendo los diagnósticos más frecuentes los de ansiedad y depresión (Creed, Craig y Famer, 1988;Ritcher, Obrecht, Bradley, Young y Anderson, 1986), por lo que sus molestias podrían ser un síntoma de algún trastorno psiquiátrico, fundamentalmente depresión o ansiedad.

4) Los pacientes con SII refieren un mayor número de síntomas no digestivos (astenia, cefalea, insomnio, mareos, alta frecuencia urinaria, tenesmo vesical, dismenorrea y dispareunia) y de consultas por estos problemas que los pacientes con otras enfermedades digestivas y que los sujetos sanos, lo que hace posible que el SII se deba a una conducta anormal de enfermedad (Fowlie, Eastwood y Ford, 1992; Smart, Mayberry y Atkinson, 1986; Switz, 1976). Esta conducta de enfermedad se caracterizaría por la tematización de la enfermedad en las comunicaciones, las continuas referencias al dolor y al malestar, la toma de medicación y la incapacidad desproporcionada con los hallazgos de la exploración física.
Las técnicas psicológicas utilizadas en pacientes con SII son dos fundamentalmente, una está encaminada a contrarrestar los efectos del estrés y la otra centrada en el manejo de contingencias. Las técnicas del manejo del estrés fueron descritas por Latimer (1983) y Whitehead (1985) y son las propias empleadas en modificación de conducta: relajación, biofeedback, desensibilización sistemática y técnicas de afrontamiento de situaciones estresantes. Esta intervención estaría justificada en pacientes a los que el estrés les provoca reactividad intestinal, ya que en esta condición se podría favorecer el condicionamiento y elicitación de respuestas intestinales alteradas en situaciones inicialmente neutras aunque asociadas a contextos amenazantes.

En el manejo de contingencias se trabaja fundamentalmente la inhibición motora, las verbalizaciones de dolor, la evitación de relaciones sociales y el aumento de actividades sociales. Esta intervención está justificada por el carácter operante de las conductas de enfermedad que exhiben los pacientes con SII. Se entiende que el establecimiento de la sintomatología del SII como operante es el resultado de la asociación de consecuencias positivas (atención verbal, privilegios) a las manifestaciones verbales y/o motoras de alteración gastrointestinal que realice el sujeto ante la percepción de cambios fisiológicos.

La intervención iría encaminada a eliminar el refuerzo social y/o material que recibe el sujeto ante las manifestaciones sintomáticas y paralelamente hacer contingentes estas gratificaciones con conductas de bienestar. En el estudio de Fernández Rodríguez (1989) se demuestra que el grupo tratado con técnicas de manejo de contingencias obtuvo una reducción significativa de la sintomatología digestiva y extradigestiva. Otros estudios (González Rato, García Vega y Fernández Rodríguez 1992) resaltan la importancia de las técnicas del manejo del estrés, así como de las técnicas del manejo de contingencias.
:lol:
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