LIBRO CIR. CECOPEXIA AUTORES FERNANDO PADRÓN Y BASILIO ANIA

La cecopexia es la técnica quirúrgica de fijación del recto. ¿Has recurrido a la cirugía como solución a tu enfermedad?
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alfha
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El estreñimiento es una enfermedad




Fernando Padrón
Jefe de Equipo de Cirugía General del Servicio Nacional de Salud.
Especializado en Cirugía General y Digestiva en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona.
Ex-Profesor Asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.



Basilio Anía
Especialista en Medicina Interna.
Consultor en Medicina Interna del Hospital Ntra. Sra. del Pino de Las Palmas.
Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública.
Jefe de Sección de Epidemiología de la Sanidad Nacional.
Research FeIIow en Epidemiología Clínica del Departamento de Investigación de la Clínica Mayo de
Rochester. Minnesota USA.


Advertencia legal :

Los autores citados tienen, en su plenitud, los derechos de propiedad intelectual sobre la presente obra, por lo que se prohíbe expresamente, sin el consentimiento previo de los mismos, cualquier modificación - parcial o total - del contenido de la misma, sólo permitiéndose su reproducción - y siempre sin fines lucrativos - con intención meramente divulgativa o científica, a través de internet, teniéndose que citar la autoría aquí expresada así como la forma de contactar con sus autores expresada en este manual.


















ÍNDICE


Dedicatoria
Prólogo
Introducción



CAPITULO 1: El estreñimiento
Prevalencia del estreñimiento
Consumo de servicios médicos y/o laxantes
Mortalidad y morbilidad por estreñimiento
Coste económico del estreñimiento
Ciego móvil y estreñimiento
Definición y clasificación del estreñimiento
Tratamiento


CAPITULO II: Antecedentes históricos
El planteamiento de Lane
Observaciones de Wilms
¿Qué pasa en España?
¿Qué sucede en los años 20?

CAPITULO III: Casos prácticos
Nuestra primera observación
La segunda «loca»
El caso de Pilar
El caso de Irene
Operar el estreñimiento
El caso de Soledad
El caso de la pianista


CAPITULO IV: Primer estudio clínico
Introducción
Selección de pacientes
Seguimiento postoperatorio
Estadística
Técnica radiológica
Técnica quirúrgica
Evolución postoperatoria
Evacuaciones
Resultados
Discusión


CAPITULO V: Síntomas acompañantes del estreñimiento
Revisión de la literatura
Sintomatología
Resultados
Conclusión

CAPITULO VI: Estudio del tiempo de tránsito digestivo
Introducción
Métodos de medición del tránsito digestivo
Frecuencia de las deposiciones
Aspecto de las heces
Estudio con marcadores y posterior recogida
de las heces
Estudios basados en la desaparición de
marcadores del colon
Resultados de nuestro estudio antes y después
de cecopexia
Introducción
Pacientes y métodos
Resultados
Conclusión
Comentario


CAPITULO VII: Estreñimiento y VIP
EI VIP
Acciones del VIP
Metabolismo del VIP
El VIP en el estreñimiento idiopático
Estudio de los niveles plasmáticos de VIP
antes y después de la cecopexia
Introducción
Método
Resultados
Discusión


CAPITULO VIII: Discusión
Fracaso de la colectomía
Éxito de la apendicocecostomía
Huellas dactilares
VIP y vasodilatación periférica
VIP y cefalea
Estreñimiento tras parto o histerectomía
Colon irritable


CAPITULO IX: Conclusiones








Dedicatoria :


«Al doctor Max Wilms (1867-1918), que descubrió cómo curar el estreñimiento con una sencilla operación que ha sido abandonada y olvidada por los cirujanos durante décadas.
A los pacientes, especialmente mujeres, que han sufrido durante largos años, no sólo sus padecimientos físicos sino también la incomprensión de sus familiares, de los médicos y de la sociedad en general»


Prólogo :


Como cirujano, con especial dedicación a la cirugía colorrectal, he aceptado, no sin cierto temor, prologar este libro realizado por los doctores F. Padrón y B. Anía, cirujano y epidemiólogo respectivamente, y que será con toda probabilidad motivo de controversia.
Sorprende la publicación de esta obra, en la cuál, de forma amena, se explican los motivos que conducen a los autores a retomar la idea clásica de que un ciego móvil puede ser responsable de constipación y dolor abdominal. En estos casos, la cecopexia parece capaz de mitigar gran parte de dichas molestias y permitir una vida normal a pacientes que llevan una existencia muy limitada.
Aunque en el ensayo realizado por los autores hubiera sido deseable llevar a cabo un estudio funcional más completo, la consistencia de los buenos resultados clínicos confiere un gran interés a su experiencia. Por lo tanto, no parece descabellado pensar que la cecopexia podría abandonar los limitados círculos donde se practica, para ser puesta a prueba por el grueso de cirujanos colorrectales. Sólo el tiempo dirá si este abandono sería temporal o definitivo.
Deseo, de todo corazón, el mayor éxito a los autores.


J. Martí Ragué

Presidente de la Sociedad
Europea de Coloproctología






Fernando Padrón Basilio Anía

















CAPÍTULO 1

EL ESTREÑIMIENTO




“Es inevitable que busquen la ayuda de profesionales alejados de la ortodoxia, aquellas personas que tienen enfermedades crónicas e incurables, o con síntomas considerados como imaginarios, porque los médicos no han conseguido encontrarles una explicación".

Petr Skrabanek y James McCormick, Sofismas
y desatinos en la medicina. Barcelona: Doyma
1992; 119.




Prevalencia del estreñimiento

Si definimos el estreñimiento como la realización de menos de tres deposiciones semanales, entre el 2 % y el 6% de la población es estreñida, según estudios llevados acabo en el Reino Unido y los Estados Unidos. Si nos atenemos a otras quejas habituales entre los estreñidos, nos encontramos que entre el 10 % y un 22 % se quejan de sensación de evacuación incompleta. Considerando estreñimiento crónico el de las personas que a menudo tienen dificultad para defecar o que tienen deposiciones duras, y/o aquellas que hacen deposición menos de tres veces por semana, la frecuencia de esta afección osciló entre un 1 7,4% y 14 % en dos fases de un mismo estudio epidemiológico1’2. La prevalencia de estreñimiento no es igual en todos los grupos de edad y sexo, sino que va aumentando con la edad y es entre 2,3 y 6 veces mayor en el sexo femenino3.


Consumo de servicios médicos y/o laxantes

En los Estados Unidos tienen lugar cada año 2 millones y medio de visitas médicas por consultas en relación con el estreñimiento, lo que representa 1,2 visitas anuales por ese motivo por cada cien habitantes. Esta frecuencia de visitas se ha mantenido estable en los últimos 28 años4. Más de la mitad de estas visitas por estreñimiento las llevan a cabo los médicos de familia, un 9% los ~cirujanos, y 4% los gastroenterólogos. Sólo 4 de cada 100.000 estadounidenses estreñidos son operados para tratar ésta afección~. Algo menos de la mitad de las personas estreñidas toman laxantes, pero además existen personas que toman laxantes sin considerarse a sí mismas estreñidas. No obstante, las personas estreñidas toman más laxantes que las que no lo son.
El 3% de los varones y el 6% de las mujeres de más de 60 años que viven en los Estados Unidos toman laxantes~.
En una muestra representativa de ancianos de Canarias, el 26,7% aquejaban estreñimientos.
El consumo de laxantes en España con cargo a la Seguridad Social (SS) supuso un gasto de 583 millones de pesetas en el mes de enero de 1994. Y ello a pesar de que medio año antes se habían suprimido de la prestación farmacéutica de la SS numerosos medicamentos para el tratamiento de síntomas considerados banales. Por otra parte es patente que numerosas especialidades farmacéuticas para el tratamiento del estreñimiento se venden sin receta médica y que existen además muchos preparados de herboristería de elevado precio y notable consumo, destinados a esta patología.


Mortalidad y morbilidad por estreñimiento

La muerte causada fundamentalmente por estreñimiento es extremadamente rara. Sólo en 31 de las personas fallecidas en 1985 en los Estados Unidos constaba el estreñimiento como causa primaria o fundamental de muerte, y sólo en otras 135 personas constaba como causa contribuyente o secundaria de la muerte, lo que representa en conjunto una tasa anual de mortalidad por estreñimiento de un 0,6 por millón de habitantes.
Pese a la aparente levedad del estreñimiento, su elevada prevalencia produce en la población una limitación de la actividad claramente detectable: 0,4 días anuales de limitación de la actividad por persona, como promedio. No obstante, en comparación con la úlcera péptica u otras enfermedades digestivas también muy comunes, el estreñimiento lleva a los pacientes al médico con menor frecuencia. El absentismo laboral causado por el estreñimiento es unas cien veces menor que el debido a úlcera péptica y unas tres veces menor que el atribuido al síndrome del intestino irritable4.


Coste económico del estreñimiento

La metodología para el cálculo de los costes económicos de las enfermedades se fundamenta en el clásico trabajo de Rice, que dividió los mismos en costes directos, indirectos e intangibles6.
Los costes directos comprenden los gastos en prevención, detección, tratamiento, rehabilitación, investigación, formación de personal sanitario e inversiones en edificios y equipamiento para uso médico. En términos de servicios los costes directos incluyen las cantidades gastadas en ingresos en hospitales, residencias geriátricas o instituciones rehabilitadoras, en honorarios médicos o de otros profesionales sanitarios, en medicamentos, efectos o accesorios sanitarios, investigación, formación médica u otros servicios institucionales.
Los costes indirectos incluyen las pérdidas de salarios a causa de la incapacidad o la muerte prematura producidas por la enfermedad, así como los gastos de desplazamiento necesarios para tratar la enfermedad, entre otros.
Los costes intangibles, o costes psíquicos, tales como el dolor o la pena, son difíciles de cuantificar en términos económicos, pero no por ello deben se ignorados.
De acuerdo con la metodología de Rice, Sonnenberg y Cols.4 calcularon que el total de costes directos e indirectos por estreñimiento en 1 985 en Estados Unidos fue unas 7 veces menor que el causado por úlcera péptica, y similar al total del coste del síndrome de intestino irritable.
El pronóstico del estreñimiento es muy malo: sólo 1 de cada 34 personas con estreñimiento está libre de síntomas dos años después (7).

Ciego móvil y estreñimiento

Desde el punto de vista anatómico, el ciego se halla situado en la fosa ilíaca interna derecha que sería la posición ilíaca media ordinaria del ciego. Esta posición es la más frecuente; 83% en el adulto, según Tuffier y Jeanne; 55% en el niño, según Legueu, y 70% en las mujeres, según Alglave, la posición habitual baja, es decir, refiriéndose a un ciego cuyo fondo está por debajo del estrecho superior, existe en el 15% de los casos en el hombre y en un 30% en la mujer.
En la literatura médica se suele hablar más de ciego móvil que de ciego bajo al atribuirse determinados síntomas a la movilidad más que al descenso de esta parte del tubo digestivo. Si bien en la actualidad el criterio que parece más aceptado es el de Bockus9, que niega toda relación entre el ciego móvil y enfermedad.
Esta no ha sido la opinión mantenida durante décadas por numerosos autores. También veremos más adelante la relación entre ciego móvil y estreñimiento en el pasado y nuestras observaciones actuales, como veremos en el próximo capítulo.


Definición y clasificación del estreñimiento

Un nuevo ministro español de los años 60 declaró: «No obraré ahora, obraré tarde, lento pero duro» y popularmente le
llamaron el «estreñido». Tal vez no sea ésta una mala definición del estreñimiento que pretendemos establecer en este capítulo.
En el pasado reciente se han desechado con buen criterio la división entre estreñimiento atónico y espástico o el estreñimiento derecho e izquierdo.
El estreñimiento en la actualidad y a grandes rasgos, viene definido por la disminución de la frecuencia de las deposiciones, «dos deposiciones por semana o menos»10 que definen fundamentalmente el llamado «estreñimiento de tránsito lento y por otra parte por la dificultad para la evacuación que corresponde al llamado estreñimiento de salida».
Pese al reciente auge de las pruebas funcionales del suelo pélvico, Kamm advierte que, si bien, proporcionan información diagnóstica bajo determinadas circunstancias, como cuando se sospecha enfermedad de Hirschprung, en la mayoría de pacientes estreñidos el estudio de la función anorrectal no proporciona respuestas instantáneas sobre la patogenia o sobre el acercamiento terapéutico más adecuado. Unicamente en combinación con la clínica pueden estas pruebas funcionales aportar información que ayude a la comprensión global del paciente.
En función de nuestras observaciones de modo especial por la curación mediante una misma técnica de pacientes diagnosticados previamente de colon irritable, de inercia colónica y estreñimiento de tránsito lento, proponemos la siguiente clasificación del conjunto de trastornos que en la actualidad se incluye en el capítulo del estreñimiento.

Clasificación: 1. Estreñimiento

a) Estreñimiento primario propiamente dicho o estreñimiento enfermedad.
b) Estreñimiento secundario o estreñimiento síntoma.

2. Patología de la evacuación o defecopatía.


El estreñimiento enfermedad incluiría el estreñimiento de tránsito lento, la inercia colónica y gran parte de lo que hoy se incl,uye como colon irritable.
El estreñimiento síntoma comprendería manifestaciones de enfermedades concretas de los siguientes orígenes:
Fisiológicos o transitorios: del embarazo, de la vejez, del encarnamiento, alimentario, del ex-fumador.

Metabólicos: del diabético, de la hipercalcemia, del hipotiroidismo.

Neurológicos: lesiones medulares, enfermedades degenerativas o desmielinizantes del sistema nervioso (esclerosis múltiple), alteraciones de los nervios periféricos (enfermedad de Chagas, enfermedad de H irschspru ng).

Tóxicos: de los psicofármacos, de los morfinómanos, del saturnismo.

Las defecopatías, actualmente denominadas estreñimiento de salida, comprenden Jas patologías de la evacuación e incluirían: las alteraciones anatómicas y funcionales del fondo pélvico1 las estenosis y compresiones extrínsecas del recto, las fisuras, hemorroides, prolapsos rectales, etc.



Tratamiento

Desde el punto de vista del tratamiento médico nos remitimos a los tratados de la especialidad. Las defecopatías serían tratadas según su etiología.
En cuanto a los tratamientos quirúrgicos nos ceñiremos a lo que conceptuarnos como el estreñimiento enfermedad que tal y como hemos dicho comprendería el estreñimiento idiopático de tránsito lento, la inercia colónica y muchos de los pacientes etiquetados de colon irritable. También quedarían incluidos en este apartado terapéutico los pacientes que en el pasado se diagnosticaban de apendicitis crónica y que actualmente se denominan como dolores de fosa ilíaca derecha o muchísimos de los actúalménte diagnosticados de «dolores abdominales de causa desconocida», a más de bastantes clasificados como de causa psicológica.
En resumen incluiremos los procesos 306.4, 542, 564.0, 564.1 y 564.9, de la Clasificación Internacional de Enfermedades (9ª Revisión)12.
Somos conscientes al proponer esta clasificación de que no respetamos muchos de los criterios publicados más recientemente13 y de que estamos presentando unos planteamientos relativamente nuevos.
En resumen:
Si empezamos por observar que en la medicina actual el estreñimiento es considerado un síntoma y no una enfermedad.
Si en las clasificaciones actuales no quedan claros los límites entre los diversos supuestos clínicos, se puede asegurar que existe una imprecisión notable en comparación con cualquier otro proceso de los habituales en gastroenterología o cirugía abdominal.
Si en los casos graves se llega a recurrir a una cirugía tan importante como la resección de todo el colon, pese a lo cual esta cirugía se ha llegado a clasificar por algunos autores de placebo3, y otros más benévolamente la consideran poco satisfactorios.
Si además a esta cirugía llegan, como mucho, cuatro de cada cien mil pacientes afectos de este problema; podemos asegurar que la situación actual es penosa y desorientadora.

BIBLIOGRAFÍA de este capítulo I :





1. Talley NJ, Zinsmeister AR, Van Dyke C, Melton LJ. Epidemiology of colonic symptoms and the irritable bowel syndrome. Gastroenterology
1991; 10.1: 927-934.

2. Talley NJ, Weaver AL, Zinsmeister AR, Melton LJ. Onset and disappearance of gastrointestinal symptoms and functional gastrointestinal disorders. Am j Epidemiol 1992; 136: 165-1 77.

3. Devroede G. Constipation. En: Sleisenger MH, Fordtran JS, eds. Gastrointestinal disease. Filadelfia: W. B. Saunders, 1993; 837-887.


4. Sonnenberg A, Koch IR. Physician visits in the United States for constipation: 1958 to 1986. Dig Dis Sci 1989, 34: 606-611.

5. Anía Lafuente B. J. Estudio del deterioro funcional, incapacidad, enfermedad y situación socio-económica en relación con la edad de los ancianos de la Comunidad Autónoma de Canarias. Las Palmas de G. C.: Dirección General de Asistencia Sanitaria Gobierno de Canarias, 1994.

6. Rice, DP. Estimating the cost of illness. Am J Public Health 1967; 57:
424-440.

7. Bleijenberg G, Kuijpers HC. Treatment of the spastic pelvic floor syndrome with biofeedback. Dis Colon Rectum 1987; 30:108-111.

8. Testut L, Latarjet A. Anatomía Humana. Tomo IV. Barcelona: Salvat,
1968; 398.

9. Bockus HL. Minor development anomalies of the colon: clinical aspects. En: Bockus HL, eds. Gastroenterology. Vol 2. Filadelfia: Saunders, 1976; 32-41.

10. Drossman DA. ldiopathic constipation: definition, epidemiology and behavioural aspects. En: Kamm MA, Lennard-Jones JE, eds.
Constipation. Petersfield, UK: Wrightson, 1994; 11-1 7.

11. Kamm MA. Pelvic floor tests. En: Kamm MA, Lennard-Jones JE, eds. Constipation. Petersfield, UK: Wrightson, 1994; 145-1 53.

12. Organización Mundial de la Salud. Manual de la clasificación Estadística Internacional de enfermedades, traumatismos y causas de defunción. 9ª Revisión.. Washington D.C.: Organización Panamericana de la Salud, 1978.

13. Camilleri M, Thompson WC, Fleshman JW, Pemberton JH. Clinical management of intractable constipation. Ann lntern
Med 1994; 121:520-528.






CAPÍTULO II

ANTECEDENTES HISTÓRICOS





“Necio es el médico que desdeña los
conocimientos de los antiguos”.

HIPÓCRATES 460-33 7 a.C.




El planteamiento de Lane

Sir Arbuthnot Lane1 publica en 1908 en el British Medical Journa un artículo titulado «Resultados del tratamiento operatorio del estreñimiento crónico», divulgando la colectomía para tratar el estreñimiento.
Justifica Lane una cirugía tan importante basándose en la convicción de la época de la «autointoxicación» atribuida empíricamente al estreñimiento.
Lane inicia estas operaciones por dolor como síntoma guía y posteriormente las lleva a cabo por otros síntomas sin que el dolor fuera síntoma predominante.
El aumento de conocimientos acerca del tubo digestivo, con la gran información que aportan los estudios radiológicos de la época, abonan el terreno a Lane para un planteamiento que parece óbvio: el contenido hasta la válvula ileocecal es líquido y sólo a partir de este punto el contenido del tubo digestivo comienza a espesarse, iniciándose la formación de excrementos propiamente dichos. Si se elimina el largo camino del colon ascendente y transverso conectando quirúrgicamente el intestino delgado al ángulo esplénico del colon, donde a primera vista el desagüe es cuesta abajo (o «vertical» como lo describe Lane), debería quedar solucionado el estreñimiento crónico.
Pero el mismo Lane tiene que reconocer en ese mismo artículo que esta operación no funciona y tiene que pasar a un planteamiento más drástico como es preservar sólo el recto, extirpando todo el intestino grueso.
Esta intervención (colectomía total) ha sido la única que ha persistido hasta nuestros días y que oferta una solución quirúrgicamente agresiva, no exenta de complicaciones, moderadamente eficaz y económicamente costosa.


Observaciones de Wilms

Ese mismo año de 1908 en Basilea, el Dr. Max Wilms2 toma un camino diferente. Comienza publicando en el Zentralblatt für Chirurgie, una operación de fijación del ciego (fig.1), para tratar algunos dolores abdominales en un artículo titulado: «Fijación del ciego móvil para el tratamiento de la llamada apendicitis crónica».
Publica de nuevo Wilms, en 1911 en Heidelberg en Archiv für Klinische Chirurgie3 otro artículo titulado:»Apendicitis crónica, ciego móvil». En ese artículo afirma la relación entre ciego móvil y estreñimiento y dice que además de quitar el apéndice hay que fijar el ciego móvil para acabar con el estreñimiento.
Piensa Wilms que las tracciones sobre el meso y los nervios de la zona son los desencadenantes del dolor y el estreñimiento. En esas mismas fechas, en el Beitráge zur Klinische Chirurgie en 1909 y en 1911, Heinrich Klose4’5 escribe sobre el ciego móvil y publica sus resultados fijando el ciego y parte del colon ascendente con puntos sueltos y no desperitonizando como hacía Wilms.
Klose interpreta que la torsión y el acodamiento sufridos por el ciego móvil, juegan un papel importante causando dolor y el estreñimiento, discrepando de Wilrns en este planteamiento.
En las siguientes décadas la técnica empleada por Wilms para tratar el estreñimiento es primero adulterada y luego olvidada. No así su persona, que en la actualidad es recordada por dar nombre al nefroblastoma o tumor de Wilms.





En el mismo sentido y también en la ciudad de Basilea, en el libro de Radiología Pediátrica del Dr. H. 1. Kaufmann6 publicado inicialmente en inglés en el año 1 969, se describe en el capítulo dedicado al ciego móvil a realización de cecopexia en 1 35 casos realizados por los doctores Farthmann y Mathaes, junto con el Dr. Bay en los años anteriores a su publicación, con excelentes resultados en un 63,1% de los intervenidos para curar el dolor abdominal en los niños. En esta publicación no se habla de estreñimiento.


¿Qué pasa en España?

El primer trabajo publicado en España sobre cirugía del estreñimiento y que recoge las tendencias de la época se remonta a 1923. Es un trabajo póstumo del Dr. Fidel Pagés7 del Hospital General de Madrid, publicado en la Revista Española de Cirugía.
Explica el Dr. Pagés: «Con anterioridad a las publicaciones de Wilms en 1908, encaminadas a dilucidar el campo del ciego móvil y de la apendicitis crónica, Lennander, Curschmann y Dieulafoy llamaron la atención sobre la existencia de crisis dolorosas localizadas en la fosa ilíaca derecha, y que no eran debidas a inflamación apendicular, sino que coincidían con la presencia de un ciego provisto de meso largo y dotado de gran movilidad».
Y en cuanto a su experiencia dice igualmente: «Muchos cirujanos hablan con escepticismo de los resultados obtenidos con la cecopexia sobre el estreñimiento en los enfermos de ciego móvil. Mi experiencia personal, basada en más de treinta casos, es francamente favorable a la intervención cuando un tratamiento médico no logra modificar aquel estado. En todos nuestros enfermos las funciones intestinales se regularizaron por completo después de operados».

Nos parece importante además la reproducción de otros párrafos de la citada publicación que demuestra su opinión así como el sentir de la época en estos temas.

Cuando habla de los signos y síntomas del estreñimiento dice: «El color de la piel varía en algunas zonas, que aparecen más pigmentadas, comenzando este cambio de coloración en los párpados, para propagarse a la cara, acentuándose en algunas regiones (nuca, axila, línea de apófisis espinosas).

El cabello cae y puede observarse que los sujetos de pelo negro son menos resistentes a los efectos tóxicos que describimos.

El apetito, el sueño y la aptitud para el trabajo están profundamente trastornados.

La función muscular grandemente disminuida corresponde a una atrofia considerable del sistema de motilidad voluntaria. Esto determina actitudes de reposo muscular que alteran la configuración normal de los órganos; tales son las espaldas redondas, las escoliosis y el pie plano».

«El sistema endocrino no deja de resentirse de la constante frecuencia en gran cantidad de los productos tóxicos en el torrente circulatorio, y tanto el tiroides como las suprarrenales sufren atrofia, que como es natural se acompaña de insuficiencia funcional».

Gran parte de lo que explica el Dr. Pagés será comentado en el capítulo VIII.

Con referencia a décadas posteriores, también con las correspondientes influencias de la época el Dr. Pedro i Pons8, autor del mejor y más amplio tratado de medicina de nuestro país y del que tuve el privilegio de ser alumno, nos explicaba una sintomatología que deseamos recordar.

En referencia a lo que él llama estreñimiento habitual, considera que «otros individuos toleran mal su estreñimiento, se preocupan y viven pendientes de sus evacuaciones, la mayoría de estos últimos son neuróticos o tienen predisposición a serlo.(...). Cualquier molestia subjetiva la atribuyen al estreñimiento, lo mismo si tienen jaqueca que mal sabor de boca, lengua sucia o les brotan erupciones,etc»,(...). «Además del retardo en las evacuaciones, que presentan un ritmo muy irregular, de dos a ocho días, los pacientes sufren molestias de tipo dispéptico, pesadez epigástrica postprandial, sensación opresiva y de plenitud, dolores de vientre difusos o más o menos localizados hacia la fosa ilíaca derecha, con borborigmos o sin ellos, y no rara vez exacerbaciones de tipo cólico. A veces logran deponer espontáneamente y otras con grandes esfuerzos, pero por lo general mediante enemas. Las heces fecales pueden ser sólidas, pastosas o bien del tipo de las espurias, es decir, diarreas con escíbalos que flotan en el líquido diarreico. Pueden contener moco íntimamente mezclado con ellas (lo cual revela su procedencia cecal, donde las heces todavía son líquidas). Al síndrome citado se añaden síntomas de autointoxicación intestinal, atribuidos a la absorción de productos tóxicos (indol, fenol, cresol, histamina, toxinas bacterianas) formados en el ciego por la excesiva permanencia del contenido intestinal a este nivel. A dicha autointoxicación se atribuyen la astenia, el fácil cansancio, las cefalalgias jaquecosas, las ligeras elevaciones febriles, el insomnio, la irritabilidad y los síntomas hipocondríacos, desórdenes endocrinos, hipermenorrea, hipotensión, cierto tinte terroso cutáneo, signos de bacteriemia e incluso los síndromes enterorrenales y enterovesicales».(...). «Además conviene conocer cuándo empezó el estreñimiento ( a raíz de un parto, de una intervención quirúrgica abdominal, etc».(...). « Se ha comprobado la acción enérgica de la nicotina (fumar un cigarrillo para deponer)».

Entre los tratamientos que se estimaban válidos en aquella época: «Las infiltraciones del simpático lumbar por inyecciones de novocaína han sido empleadas en algunas formas rebeldes a toda terapéutica». Y termina su lección hablando del tratamiento quirúrgico: «Actualmente está completamente en desuso, después de mostrarse inútiles la mayoría de las intervenciones propuestas, algunas de consideración, como la resección de todo el colon».

Actualmente en España, en los últimos años, existe un renovado interés por dar solución al problema del estreñimiento recurriendo para ello a la colectomía subtotal9.


¿Qué sucede en los años 20?

Después de leer los artículos de Wilms y de Klose y posteriormente la rotunda afirmación de Fidel Pagés, queda claro que la operación de Wilms se practicó con excelentes resultados.
Poco después de la muerte de Wilms los protagonistas de la cirugía no se conforman con fijar el ciego, sino que fijan todo el colon derecho, realizando una colopexia derecha. Waugh10 publica en el año 1920 un artículo titulado «Las mórbidas consecuençias del colon ascendente móvil con el seguimiento de 180 operaciones». En este artículo se da por sentado que es necesaria una fijación firme del colon ascendente para realizar de modo eficiente sus funciones por tratarse del único segmento del intestino que contiene material semisólido y que lo tiene que transportar verticalmente en contra de la gravedad. Waugh atribuye numerosas consecuencias a la mala fijación del colon ascendente, agrupando a estos pacientes según el predominio de determinados síntomas en series de pacientes de tipo «gástrico», «duodenal», «biliar», «renal» y «de fosa ilíaca derecha». De los 180 pacientes de Waugh 31 eran estreñidos desde niños. En todos los pacientes se realizó una fijación compíeta del colon ascendente y un gran número de estos quedaron curados de los síntomas previos a la operación. Es evidente que se pasó de la
cecopexia a la colopexia y de curar ¡a «apendicitis crónica» y luego el estreñimiento a convertirlo en la panacea universal.
Coffey11 en 1923 publica un libro titulado Gastro-enteroptosis, del que hemos podido observar un ejemplar que el propio Coffey dedicó a los Drs. Mayo y que se conserva en la Biblioteca Histórica de la Mayo Clinic de Rochester, Minnesota, EEUU.
Coffey dice estar convencido de la importancia de un punto de apoyo que cita literalmente como «point d’appui» y que cuando falla este «point d’appui», las heces regresan al ciego, siendo ésta la causa del estreñimiento al no ser efectivos llos movimientos «masivos».
Se plantea Coffey el papel de las bridas o membranas que se comentaban en estos años, entre otras la brida de Lane y la membrana pericólica de Jackson12, a las que se consideraba patológicas por distintas razones y que en opinión del Dr. Charles H. Mayo11 (que nosotros compartimos), se debe a una laxitud de la fascia de coalescencia del ciego y colon derecho que en su estiramiento toma el aspecto de una membrana con personalidad propia (fig.2). A estas bridas o membranas se las consideraba causantes de numerosos síntomas por distintas razones que cada uno interpretaba a su manera, entrando en planteamientos no coincidentes entre si.
Estaban pues necesitados de encontrar explicaciones a unos resultados que tenían a la vista, pero sólo disponían de criterios de índole mecánica para dedicar a interpretarlos. Lo que explica que recurrieran obstinadamente a atribuirlo a las tenues formaciones anatómicas que interpretaban como causa de estos síntomas.
Ellos mismos eran conscientes de esta situación de desconcierto, al interpretar la significación de las bandas y las membranas que Coffey describe del siguiente modo:
«Probablemente no haya tema más desconcertante



Fig. 2. Membrana pericólica
de Jackson.



relacionado con la ptosis que este. Al leer la literatura de este tema, recuerdo el poema de Saxe sobre las disputas teológicas en las que describe a seis hombres de Indostán,
«que fueron a ver al elefante»
(Aunque todos ellos eran ciegos)

El primero examinó el costado del elefante y decidió que era como una pared; el segundo examinó su colmillo y pensó que el elefante era como una lanza; el tercero examinó su trompa y pensó que era como una serpiente; el cuarto examinó su pata y pensó que era un árbol; el quinto, que examinó su oreja estaba seguro que era como un abanico y el sexto que examinó su cola pensó que el elefante era como una cuerda.

«Y así estos hombres de Indostán
Disputaron largo y tendido
Cada uno en su propia opinión
Excediéndose reñido y fuerte
Aunque cada uno tenía parte de razón
Y todos estaban en el error».

Mi maestro de cirugía, el Dr. López Gibert, recuerda aún fijaciones de estómago al diafragma y que «al poco tiempo se volvían a soltar», y el propio tratado de Farreras13 dice: «Una forma no del todo rara de constipación es la que obedece a inexistencia de fijación de la flexura hepática del colon y parte del descendente, por relajación de sus ligamentos (...), este descenso del colon derecho puede corregirse por colopexia, pero no es aconsejable por su propensión a recidivar».

En resumen existen numerosas observaciones e informaciones relacionando el ciego y colon ascendente con el estreñimiento pero no hay una demostración suficientemente clara que defina de forma nítida la causa y establezca la base del tratamiento.

Como final de este capítulo citaremos el tratado de Goligher (14) de 1987, que además de exponer el estado actual de la cirugía del estreñimiento resume las ideas de las primeras décadas de este siglo cuando se manejaron factores mecánicos y en particular «adherencias» y se imponían los criterios de Lane y la colectomía por él preconizada. Dice Goligher respecto a Lane:
«A medida que se desarrolló su concepto de los efectos nocivos resultantes de la autointoxicación a partir de la estasis intestinal, amplió en igual medida las indicaciones de colectomía hasta que, al final, empleó la intervención con gran liberalidad». «No cabe duda de que el tratamiento quirúrgico del estreñimiento intenso, persistente y rebelde con el fin de mejorar las molestias mecánicas y psicológicas del proceso, totalmente desligado de todo hipotético efecto general nocivo, tiene una razón de ser incontestable y un lugar justificado en la práctica quirúrgica, pero, por desgracia, cobró mala fama y reputación casi inmoral, como resultado de los tempranos esfuerzos semievangélicos, casi mesiánicos, de Lane (1909).

De ahí que desde aquel tiempo los cirujanos hayan intentado esquivar las intervenciones sobre la constipación
simple, aun en los casos graves, o sólo comprometerse a realizar la operación de mala gana, preocupados y a menudo actuando de forma subrepticia».



BIBLIOGRAFIA

1. Lane WA. The results of the operative treatment of chronic constipation. BrMedj 1908; 1:126-130.

2. Wilms M. Fixation des Coecum mobile bei Fällen von sog. chronischer Appendicitis. Zentralbl Chir 1908; 37: 1089-1 09.

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5. Klose H. Das mobile Coecum mit semen Folgezustánden und die chirurgische Behandlung ptotischer Erkrankungen des Magendarmkanales. Beitr Klin Chir 1911; 74: 593-71 4.

6. Bruns HA., Lassrich MA. El ciego móvil En: Kaufmann HJ, Ed Progresos en radiología pediátrica. Tomo II. Aparato Digestivo. Madrid: Morata, 1970; 380-402.

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14. Goligher J. Cirugía del ano, recto y colon. (2? edición) Barcelona:
Salvat, 1987; 330.





CAPITULO III

CASOS PRÁCTICOS*




Todos estos pacientes fueron
intervenidos por el Dr. Padrón


* Todos los pacientes que figuran con nombre y apellido en este libro, han autorizado por escrito su publicación. -


Nuestra primera observación


Corría el año 1979, yo ejercía en Vic, una ciudad barcelonesa, como cirujano en la clínica La Alianza, cuando me comunicaron que Aurora Espaulella, nuestra enfermera instrumentista se encontraba mal, le dolía la barriga desde hacía mucho tiempo. Me acerqué a una salita situada junto al quirófano. Allí estaba Aurora, sentada, inclinada hacia adelante, con las manos en el abdomen, con mal color de piel y con expresión de dolor.
Desde hacía cuatro años, a raíz de su último parto, Aurora tenía digestiones muy pesadas, no podía consumir determinados alimentos, en especial los granos, en ocasiones vomitaba a media noche la comida del mediodía, a veces tenía diarrea y otras estreñimiento, « debo estar loca, me han hecho todo tipo de pruebas y no me encuentran nada» dijo.

A través de una exploración descubrí que tenía el abdomen discretamente distendido, peristaltismo intenso con ruidos hidroaéreos y en la placa simple de abdomen en bipedestación se observaban asas de íleon terminal ligeramente distendidas y con algunos niveles hidroaéreos, por lo que pensé que se trataba de una suboclusión de intestino delgado, posiblemente por una brida, un divertículo de Meckel o un tumor benigno de intestino delgado. En aquel momento recordé que alguna vez en las sesiones clínicas del servicio de cirugía, que dirige el profesor Puig La Calle en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona (en donde realicé mi especialidad), el Dr. López Gibert, había mantenido la opinión de que en determinados casos «también el dolor es una indicación de cirugía». Evidentemente el orgullo de no tener una «laparatomía blanca» no nos puede privar de curar a un paciente que sufre y que sólo el cirujano puede solucionar. La paciente había agotado los estudios, el digestólogo había tirado la toalla hacía tiempo, sólo faltaba la decisión del cirujano y yo consideraba que había datos objetivos suficientes para proceder a una operación. «Mañana por la mañana te operaremos» le dije. Aurora dio su consentimiento y afirmó que no podía continuar viviendo así.
Al siguiente día realicé una laparatomía pequeña, media supra-infraumbilical que tuve que ampliar porque no observé nada valorable. Una sensación de fracaso me invadió cuando tras revisar todo el tubo digestivo no observé nada extraño.
Pensé que me iba a resultar duro cuando en los próximos meses y tal vez años viera a Aurora, con gesto de dolor y vendría a mi mente que le había practicado una operación inútil.
Entonces me detuve, puse una compresa sobre el campo operatorio y junto al Dr. Dinarés, quien me ayudaba en la intervención, comenté en alta voz: «Tomé la decisión de operar buscando un obstáculo en el íleon terminal y todo es normal. Lo único que llama la atención es que el ciego es bastante móvil y que se desplaza hasta el centro del abdomen, por lo que al no ver nada más decidí extirparle el apéndice y fijar el ciego en su lugar anatómico por si una tendencia a volvularse pudiera ser la causa de su dolor. ¿Qué otra cosa podía hacer?».
Tras estas maniobras y recordando la frase de Aurora:»yo debo estar loca», procedimos a cerrar por planos nuestra «inútil» laparotomía.
Al día siguiente, al pasar visita a los operados Aurora me confesó que estaba curada, mientras yo me preguntaba cuánto duraría su mejoría. «Tal vez debí escucharla mejor y enviarla al psiquiatra» pensé.
Pero Aurora dejó de quejarse de su barriga. En marzo de 1981 me trasladé a Las Palmas de modo definitivo, Aurora continuaba curada y recordando agradecida al «maravilloso Dr. Padrón», quien por otro lado no tenía explicación contrastable para esta rocambolesca historia.
En los años siguientes continuaba preguntando por Aurora y ella seguía dedicándome alabanzas según me contaban.
Años más tarde Aurora me contó que el digestólogo que la había estudiado, le había pedido perdón por su error a los pocos meses de la operación y ante la favorable evolución de su enfermedad. «Me decía que yo era una glotona, cuando apenas comía nada y a medianoche vomitaba lo poco que había consumido al mediodía» explicaba Aurora.
Ya han pasado quince años y Aurora, sigue curada.


La segunda «loca»

Era el año 1984. Ya llevaba tres años instalado en la ciudad de Las Palmas cuando acudió a mi consulta de la Seguridad Social Julia Viera, una paciente de urnos 35 años y que describía dolor a la altura de hipocondrio y vacío derechos que se irradiaba a la espalda y empeoraba con determinados alimentos, especialmente los granos. Durante ciertas crisis el dolor se volvía muy intenso, lo sufría desde hacía varios años y ya le habían realizado diversos estudios.
Aportaba una colecistografía oral que no demostraba cálculos, por lo que le pedí una ecografía (que hacía poco tiempo se habían empezado a realizar en nuestra ciudad).
Tampoco la ecografía demostró litiasis pero yo estaba convencido de que Julia tenía un cólico hepático a pesar del fracaso de las exploraciones. Le receté un colagogo, y le dije que volviera pasado el verano si no mejoraba.


El caso de Pilar

Unos meses más tarde y a través de unos conocidos, me vino a ver, muy angustiada, Pilar. Mujer de unos cuarenta años, un tanto obesa y de un carácter animoso y decidido.
Tenía unos cólicos abdominales que no la dejaban dormir. A los cinco minutos de estar acostada el dolor le obligaba a levantarse y pasaba la noche en un sillón, estaba desesperada. Además sufría de un fuerte estreñimiento. Su digestólogo había disparado todos los cartuchos, la había enviado al cirujano primero para una apendicectomía y luego para una colecistectomía, resultando ambas inútiles. Pilar seguía igual de mal o peor.
Después de valorar su historia clínica y sus informes le dije: «ni yo, ni los que la han tratado hasta el momento sabemos lo que tiene, pero mi experiencia, en algunos casos, es que podría curarse con una pequeña operación». En ese momento decidí más que nunca dar un salto al vacío y tuve la impresión de que debía ser yo el paciente del psiquiatra. Le practiqué una incisión de MacBurney, localicé el ciego y con tres puntos fijé la cintilla anterior del mismo al peritoneo, justo en su lugar anatómico.
Pilar quedó curada de inmediato de sus males, ya podía dormir acostada y además desapareció el estreñimiento.
En los meses sucesivos me llegaron otros pacientes con dolores en fosa ilíaca derecha, la llamada apendicitis crónica y, curiosamente todos padecían estreñimiento, con el consabido dolor abdominal. Continuando con mi criticable conducta (al realizar operaciones fuera de lo que en nuestros días es la práctica habitual y corriendo un cierto riesgo médico-legal) yo les fijaba el ciego y mis pacientes se curaban.


El caso de Irene


Irene Alonso trabaja en el servicio de urgencias de la Clínica Santa Catalina, derrochando simpatía tanto con los pacientes como con los compañeros, lo cual me facilitó algo que no debe hacerse, esto es: una consulta en los pasillos.
Me presentó unas radiografías con un «hermoso» divertículo ileal que le acababa de entregar el radiólogo. Hacía tiempo que padecía de dolores en la parte derecha del abdomen, incluso había sufrido una operación a nivel del riñón en ese mismo lado. Ella estaba satisfecha porque habían encontrado la causa de sus molestias en el divertículo. La imagen era muy clara y se hallaba próxima al ciego.
Irene completó los estudios preoperatorios, reservo habitación y quirófano y nosotros aceptamos operarla. Por lo sencillo del caso y la poca gravedad que suele presentar el extirpar un divertículo de intestino delgado efectuamos una incisión de MacBurney y procedimos a su búsqueda, pero no lo pudimos encontrar. Consultando con el Dr. Ramírez, veterano cirujano, llegamos a la conclusión de que se trataba de una falsa imagen, que aquella imagen no se correspondía con un divertículo. Definitivamente nos quedó claro que no deben realizarse las consultas en los pasillos y menos operar radiografías, sino pacientes.
Cuando nos disponíamos a cerrar la incisión le pregunté a mi ayudante, la Dra. Rosa Santana, si ella creía que el ciego que teníamos a la vista era lo bastante móvil como para fijarlo o no, y coincidimos en hacerlo, no le produciría ningún mal.
Nos resultó bastante incómodo explicarle a Irene que no habíamos encontrado el divertículo y que no le habíamos hecho nada para curar sus dolores. En este caso era la paciente la que le quitaba importancia a nuestra inútil operación, incluso omitimos,involuntariamente, el comentarle la fijación del ciego. Por ser «de la casa» el informe no se hizo de inmediato, aparte de que no nos hacía ilusión escribir precisamente este informe operatorio.
A los pocos días Irene nos informó que se encontraba muy bien, que le habían desaparecido los dolores y que ya no tenía estreñimiento. Nosotros ignorábamos que padecía estreñimiento porque nos habíamos limitado a hablar del divertículo y no le habíamos hecho una historia clínica amplia como es habitual. A raíz de este comentario nos acordamos de explicarle lo de la fijación del ciego que le realizamos.


Operar el estreñimiento


Una vez que llegamos al convencimiento de que fijando el ciego se curaban los pacientes afectados por dolores abdominales, quienes en su mayoría padecían de estreñimiento y que quedaban curados de ambos males con una intervención de tan escaso riesgo, me hice la siguiente pregunta: «si esta operación cura el dolor abdominal y el estreñimiento, ¿por que no curaría también a los pacientes que sólo padecen lo segundo?». Pronto obtuve una respuesta.
El día 13 de enero de 1989 expliqué mis experiencias y reflexiones ante un grupo de amigos entre los que se encontraba María del Carmen Alejo, profesora de instituto, quien me dijo:
«yo quiero ser la primera en comprobarlo y lo antes posible, pero deseo operarme con anestesia local. Si me curo del estreñimiento ya sólo me faltaría que se me detuviese la caída del pelo, porque me estoy quedando calva».
Días después y con anestesia local asistida, fijamos el ciego a María del Carmen en la Clínica Cajal de Las Palmas.
Dos semanas más tarde nos confirmaba los resultados esperados. Así pues la fijación del ciego también podría curar algunos casos de estreñimiento en aquellos pacientes cuyo cuadro clínico no está definido por el dolor. Pero María del Carmen nos enseñó algo más, pasados unos, meses, nos informó de que su otro deseo también se le había cumplido, ya no se le caía el pelo, ¡vaya lío!.


El caso de Soledad Quintana


A medida que se fue extendiendo la información de que curábamos el estreñimiento con una pequeña operación que sólo precisaba un día de ingreso en clínica, acudían a nuestra consulta otros pacientes. Soledad, esposa del Dr. Padilla, dermatólogo, padecía un estreñimiento importante, digestiones pesadas, intolerancia a los granos, cefaleas y presentaba además una hipermenorrea considerable que le producía anemia. Tenía unas reglas abundantísimas, incontrolables y que duraban más de una semana. Tras la cecopexia sanó del estreñimiento, de sus malas digestiones, de los dolores de cabeza y desde la operación sus reglas se han vuelto normales en duración y en cantidad.


El caso de la pianista


En aquellas fechas, el Dr. Marrero Rocha, tocoginecólogo, nos pidió consejo para una hija suya que padecía estreñimiento.
Su hija de 19 años tenía un carácter un tanto tímido, le gustaba tocar el piano y padecía de un estreñimiento importante desde niña, reglas muy abundantes, que su padre no sabía como clasificar, pies y manos muy fríos, de tal manera que para tocar el piano precisaba previamente un tiempo para calentarlas.
Dadas nuestras experiencias, que el Dr. Marrero ya conocía, le pareció que el riesgo que conllevaba la operación era despreciable ante la posibilidad de que su hija mejorase, opinión que su esposa aceptó con dificultad.
- A los pocos meses me confirmaban el éxito total de la operación. Su hija ya no padecía estreñimiento. lnexplicablemente las reglas se la habían normalizado y podía tocar el piano sin tener que realizar precalentamiento, ya no tenía las manos frías.
Cuando la esposa del Dr. Marrero acompañó a su hija a la revisión, nos manifestó el gran éxito de la operación y su gran satisfacción a la vez que reconocía la poca confianza que había puesto en la misma.
Además, le desaparecieron los dolores de cabeza, antes muy frecuentes. Yo le expliqué que recientemente una de nuestras pacientes, Julia, que trabaja en el servicio de limpieza de la clínica y que también padecía estreñimiento, solía tomar hasta tres aspirinas diarias hasta que le fijamos el ciego (en la actualidad sólo toma alguna esporádicamente en los días previos a la regla).
En resumen: empezamos fijando el ciego en pacientes con dolores abdominales, luego resultó que ésta operación también curaba el estreñimiento, detenía la caída del cabello, que corregía las pérdidas menstruales excesivas y los dolores de cabeza, suprimía el frío en pies y manos, y junto a la cura del estreñimiento, mejoraba la expulsión de los gases, el abdomen de los operados estaba menos distendido, hacían mejor las digestiones, dormían notablemente mejor, se encontraban menos nerviosos... ¿cómo puede explicarse todo esto sólo por poner el ciego en su sitio?.
Era preciso hallar una explicación.



CAPÍTULO IV
PRIMER ESTUDIO CLINICO



Introducción

Después de haber operado a doce pacientes con planteamientos diversos realizamos una primera comunicación en la Sociedad Española de Patología Digestiva en 1 989 bajo el título «¿ Existe relación entre ciego pélvico y estreñimiento ?». Más tarde, cuando habíamos operado con un increíble éxito a veintiún pacientes, presentamos nuestros resultados en el International Meeting of Coloproctology, celebrado en la ciudad italiana de lvrea los días 16 y 17 de mayo de 1990.
A partir de entonces, procedimos a establecer unos criterios y técnicas de cara a un estudio clínico estadístico que realizamos en 123 pacientes valorando la frecuencia de las deposiciones y el uso de laxantes.


Selección de pacientes

Consideramos suficiente, desde el punto de vista clínico, incluir en el estudio a aquellos pacientes que reunieran los siguientes criterios:
1. Intervalo de más de cinco días entre dos deposiciones consecutivas, sin el uso de laxantes.
2. Estreñimiento con una historia superior a cinco años.
3. No padecer enfermedades que por sí solas producen estreñimiento, como hipotiroidismo, diabetes, enfermedades neurológicas, fisuras, hemorroides o prolapso rectal.
4. No consumir psicofármacos u otros medicamentos capaces de producir estreñimiento.
5. Consentimiento informado: Todos los pacientes fueron informados previamente a la intervención de la naturaleza experimental de la misma y de los riesgos de posibles complicaciones, obteniéndose de ellos autorización por escrito para la inclusión en el estudio.


Seguimiento postoperatorio

Durante los tres meses siguientes a la intervención, los pacientes fueron visitados semanalmente. El seguimiento pasó a ser mensual durante otros tres meses y los controles posteriores fueron trimestrales. En cada consulta, los pacientes aportaban un diario de deposiciones.


Estadística

Se compararon los resultados antes y después de la intervención con la prueba «t» de Student para muestras apareadas (1) en el caso de las variables cuantitativas, y con la prueba de Mc Nemar en el caso de variables cualitativas2.


Técnica radiológica

El paciente toma sin ningún tipo de preparación previa 40 c.c. de suspensión de sulfato de bario, (20 c.c. en los niños), diez horas antes de la realización de la radiografía, sin alterar su ingesta habitual ni antes ni después de la toma del contraste radiológico. Solicitamos al radiólogo «radiografía simple de abdomen baja (interesa fondo pélvico) en bipedestación y en decúbito».
Ha resultado tan buena esta técnica para nuestro objetivo que sólo hemos creído necesaria una repetición en menos de un
1 % de los casos. Estos pacientes precisaron más de diez horas entre la ingesta del bario y la radiografía por no haber llegado el contraste al ciego debido a un enlentecimiento en el tránsito a nivel del intestino delgado.
El descenso del ciego con la bipedestación fue muy evidente y de las imágenes obtenidas pudimos observar tres tipos diferentes de ciego desplazable:
Tipo 1: El ciego en decúbito se halla en una situación anatómica normal produciéndose un claro descenso del mismo en la bipedestación (fig.3).
Tipo II: El ciego en decúbito se encuentra ya por debajo de su situación anatómica normal pero desciende de modo evidente en la posición bípeda (fig.4).
Tipo III: El ciego se halla en situación pélvica por lo que prácticamente no se mueve en la bipedestación (fig.5).
Han sido muy escasos los pacientes rechazados a raíz del hallazgo radiográfico para la realización de cecopexia, correspondiendo estos a ciegos muy altos, prácticamente subhepáticos, dado que en la práctica totalidad de los pacientes con importante estreñimiento crónico que fueron los admitidos al estudio había un claro descenso del ciego.
Aconsejamos sin ningún tipo de reparos esta exploración radiológica por su sencillez en la preparación, escasa radiación, fácil interpretación y utilidad para orientar la localización del éiego en el acto quirúrgico, especialmente si se opera bajo anestesia local.
Debemos aclarar que el ciego móvil «no siempre produce sintomatología, siendo con frecuencia un hallazgo casual». Hemos contrastado esta opinión realizando en algunos voluntarios que no padecían estreñimiento la misma exploración radiológica y hemos encontrado con frecuencia imágenes del ciego Tipo III. Por lo que deseamos insistir en que la prueba radiológica cumple un primer papel para localizar el ciego y una segunda misión que es contrastar un diagnóstico clínico con una manifestación radiológica.




fig. 3. (Ciego Tipo 1 a). en decúbito b). en bipedestación).



a) b)

fig. 4. (Ciego Tipo II a) en decúbito b). en bipedestación).





fig.5 (Ciego Tipo III)


Pero no es válida la versión contraria, es decir, no se puede decidir una actuación quirúrgica sólo por hallar un ciego bajo. Únicamente en el curso de una operación quirúrgica por otro motivo podría ser oportuno, y de hecho suele realizarse de modo habitual por muchos cirujanos de Alemania y Austria por «estética quirúrgica» como nos explicó el Dr. Rafael de Gil, jefe de sección del Hospital de Valdecilla de Santander, que así lo aprendió de sus maestros de cirugía en Austria y que, después de nosotros, es quien ha realizado un mayor número de cecopexias para tratar el estreñimiento crónico con más de cien casos en la actualidad.
Así pues, los criterios clínicos tuvieron preferencia sobre los radiológicos.


Técnica quirúrgica

Cualquier cirujano general está perfectamente capacitado para realizar una cecopexia según su propio estilo teniendo en cuenta, como es lógico, las características propias del intestinogrueso y ¡os elementos anatómicos de la pared abdominal a nivel de la región inferoexterna derecha de la cavidad abdominal.
A continuación explicaremos los distintos aspectos del manejo de esta operación según nuestro uso habitual.


Anestesia: Sólo escasos pacientes, en una primera etapa, fueron sometidos a anestesia general o epidural.
Por norma nuestros pacientes son operados con anestesia local asistida salvo casos muy excepcionales, a petición del paciente o por tratarse de niños. La incisión quirúrgica es la misma que para una apendicectomía: generalmente realizamos una incisión horizontal siguiendo los pliegues cutáneos para una mejor estética, excepto cuando ya existen incisiones previas en la zona.
Unos quince minutos antes de iniciar la operación señalamos los límites de la incisión e infiltramos con tres ampollas de 1,8 c.c de articaína con epinefrina al 1 %. Utilizamos normalmente este producto, de uso más común entre los odontólogos, mediante el sistema de jeringa y aguja usado por éstos. La primera ampolla la infiltramos subcutáneamente a nivel de la incisión y las otras dos profundizando a nivel aponeurótico y yuxtaperitoneal.
Por parte del anestesista se han colocado los instrumentos de control de las constantes vitales y una vía periférica. En algo más del 50% de las cecopexias el anestesista no llegó a administrar medicación alguna.
Con frecuencia, a pesar de la infiltración previa, el paciente aqueja dolor a nivel aponeurótico o peritoneal en cuyo caso añadimos dos o tres centímetros cúbicos de mepivacaína al 2%, accediendo sin dificultad a la cavidad peritoneal. No aconsejamos el uso de tranquilizantes dado que de modo involuntario el paciente presenta un aumento de contractura que
dificulta el campo operatorio.


Operación: Una vez en la cavidad abdominal procedemos a desplazar delicadamente el ciego hasta observar la base del apéndice y nos disponemos a realizar la pexia.
Si no se realizan tracciones fuertes o movimientos bruscos el paciente no aqueja dolor incluso cuando usamos pinzas de disección, pinzas de Allis o damos puntos de sutura, siempre y cuando no coloquemos ningún instrumento a nivel del apéndice y especialmente en su base (esta maniobra a más de dolorosa conlleva efectos vagales). En caso de reacción vagal o si el paciente presenta un cuadro doloroso solicitamos la colaboración del anestesista para salvar el breve tiempo de esta acción sin necesidad de una anestesia general propiamente dicha. La duración de la anestesia local permite el cierre por planos de la pared sin recurrir a nuevas dosis anestésicas.
En nuestra primera cecopexia (caso de Aurora) dimos tres puntos de sutura que unían la cintilla anterior del ciego al peritoneo parietal adyacente aproximadamente a dos, tres y cuatro centímetros de la base del apéndice (fig.6) y colocando el ciego en su lugar anatómico para lo que es preciso no sólo trasladar éste hacia la pared abdominal sino también realizar una discreta rotación externa del mismo ya que tiene tendencia a realizar un descenso y una rotación interna.
En la primera gran serie de casos, realizamos la cecopexia con la misma técnica por temor a que cualquier variación produjera la pérdida de la «magia de la operación».
Siempre nos preocupó la posibilidad de que el túnel resultante entre el ciego y el peritoneo por debajo de nuestra sutura pudiera dar lugar a una hernia interna por la introducción de un asa de intestino delgado a través del citado túnel. Nuestro miedo disminuyó con el tiempo y el número de casos por un lado y por otro con la afirmación por parte de Bruns y Lassrich de que «tampoco hemos hallado oclusiones postoperatorias tras cecopexia en ninguno de nuestros enfermos»3.



fig. 6. Técnica de cecopexia inicial





Fig. 7. Técnica de cecopexia modificada


También nos preocupaba la posibilidad de que una maniobra de fijación tan simple pudiera soltarse perdiendo su efectIvidad.
Más tarde modificamos la técnica añadiendo dos puntos más.que se daban previamente a los tres ya descritos y que unen igualmente el peritoneo parietal unos tres centímetros más posteriormente con la cintilla posteroexterna del ciego (fig.7), con lo que tendríamos una fijación más firme y además disminuiría el riesgo teórico de una posible hernia interna. Sólo en cuatro pacientes hemos practicado apendicectomía además de la cecopexia en estos 123 pacientes. Tenemos por norma no practicar apendicectomía cuando programamos una operación de cecopexia.



Evolución postoperatoria


En las primeras horas tras la cecopexia es frecuente que existan molestias a nivel de la fosa ilíaca derecha con dolores de tipo cólico moderado y percepción de movimiemtos intestinales, precisando en algunos casos de la administración de un analgésico suave.
A lo largo de la jornada postoperatoria algunos pacientes presentan sensación nauseosa. En este caso posponemos la ingesta, que normalmente iniciamos con líquidos a las tres horas de la intervención.

Al día siguiente indicamos una ingesta normal y el paciente marcha a su domicilio sin ninguna precaución especial,
salvo las que la propia herida les condicione. Solemos indicar no realizar esfuerzos por espacio de dos semanas.
El apósito lo descubrimos a los 4-5 días y retiramos la sutura continua intradérmica, conservando o renovando las tiritas hasta 10-12 días después de la intervención. La cicatriz es prácticamente imperceptible a partir de los seis meses de la intervención.
Dentro de las primeras veinticuatro horas de la operación, los pacientes suelen expulsar gases con una facilidad que antes no tenían. Es habitual oír la expresión «ya expulso los gases».


Evacuaciones

Es muy frecuente que la primera evacuación, a pesar de la cirugía y por supuesto sin medicamento alguno, tenga lugar dentro de las primeras 24-48 horas.
Existe una considerable diferencia según la edad de los pacientes siendo los más jóvenes los que presentan una respuesta más inmediata. A partir de los 45-50 años es muy frecuente que sólo noten al principio ligeros cambios, limitándose normalmente a una mejor expulsión de los gases y a la desaparición de los dolores de cabeza pudiendo tardar, en algunos casos, entre uno y tres meses en normalizar sus deposiciones. A pesar de expulsar mejor los gases es muy frecuente la presentación de distensión abdominal a partir del 3º-4º día de la operación. Esta distensión puede durar hasta dos semanas sin implicar ningún otro problema. Solemos explicar a los pacientes esta evolución para evitarles una preocupación innecesaria.
Acostumbramos a indicar que durante este tiempo tómen laxantes cuando tardan más de dos o tres días en defecar aunque suelen notar que dosis mucho menores producen efectos iguales o superiores a los obtenidos antes de la operación.
Es relativamente frecuente una considerable mejoría en las evacuaciones durante los primeros 3-4 días, presentando una situación menos satisfactoria durante las 2-3 semanas siguientes y normalizándose luego de modo definitivo el ritmo intestinal.
Las pacientes afectas de hipermenorrea quedan normalizadas desde la siguiente menstruación en lo que se refiere a la duración en el tiempo y a la cantidad de pérdidas hemáticas.
En cuanto a las características de las deposiciones, los pacientes suelen percibir un cambio en el funcionamiento de su intestino, un excremento «más natural» y de fácil expulsión; «ahora es como orinar», nos explicaba una paciente.
A los dos meses suele notarse un cambio importante en la caída del pelo en aquellos pacientes que lo sufrían previamente, percibiendo la disminución de este síntoma de modo evidente.
En cuanto al peso no suele haber cambios. Esporádicamente alguna paciente ha aumentado de peso y en otro caso concreto hubo un importante descenso en una paciente obesa de 22 años de edad que adelgazó 10 kilos y que atribuyó este hecho a la disminución del estado de ansiedad que presentaba antes de la operación y que le incitaba a comer.


Resultados


Se intervinieron 123 pacientes de los cuales 4 eran varones (3,3%) y 119 mujeres (96,7%), sin que hubiera diferencia significativa entre las edades de los casos de ambos sexos.
Véase (fig.8) la distribución de edades del conjunto de pacientes en la que destaca que el grupo de edad más frecuente entre nuestros pacientes era el de 30 a 35 años, seguido de cerca por el grupo de 25 a 30 años.




fig 8. Distribución de edades de los 123 pacientes intervenidos de Éecopexia.


Veamos en la Tabla 1 el tipo de intervención efectuada junto con el tipo de anestesia empleado.


Tabla 1

Tipo de intervención y técnica anestésica empleada


General Local Epidural
Cecopexia 20 89 1
Apendicectomía y cecopexia 3 0 1
Colecistectomía y cecopexia 8 0 0
Corrección eventración y cecopexia 1 0 0
Herniorrafia y cecopexia 1 0 0
TOTAL 33 89 1





El promedio de días transcurridos entre cada deposición antes y después de la intervención fue de 7,82±3,25 y 2,01±1,90 respectivamente (t=1 8,5 ; p<0,00 1).
En cuanto al uso de laxantes, de los 123 pacientes 118 los tomaban antes de la intervención, y 5 no lo hacían. Después de la operación, de los 118 que tomaba laxantes 96 dejaron de hacerlo y 22 continuaron tomándolos. Del grupo de 5 que previamente no los ingerían, tampoco los requirieron tras la intervención, según puede observarse en la Tabla 2. Con esos datos se obtiene un valor M=94,01 en la prueba de McNemar, con lo que la disminución observada en el uso de laxantes resulta ser signif
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significativa con P<0,001.

Tabla 2

Uso de laxantes antes y después de la intervención

Laxante posterior

Laxante previo SI NO TOTAL

SI 22 96 118
NO 0 12 12
TOTAL 22 101 123





Efectos secundarios: En el postoperatorio inmediato hubo 7 pacientes que presentaron vómitos, 3 que tuvieron dolor abdominal y 5 que aquejaron sensación de distensión abdominal.
Tres pacientes presentaron seroma a nivel de la incisión; el seroma se reabsorbió espontáneamente en dos de los casos, siendo evacuado por punción en el tercero. No se detectaron efectos secundarios tardíos.


Discusión

Los.resultados de este estudio parecen indicar la eficacia de la cecopexia para el alivio o la curación del estreñimiento en los individuos con ciego móvil. Ciertamente el beneficio obtenido podría deberse al componente psíquico de la respuesta placebo, pero la persistencia de la curación durante meses o años nos hace pensar que la intervención por sí misma ha influido de forma importante en el ritmo intestinal de nuestros nacientes.




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CAPÍTULO V

SÍNTOMAS ACOMPAÑANTES DEL ESTREÑIMIENTO



Revisión de la literatura


Ya Aulo Cornelio Celso (25 a.C.- 50 d.C. aproximadamente) asociaba al intestino perezoso «vértigos, flatulencia, dolor de cabeza y otras indisposiciones en las partes superiores»1.
Tal como hemos visto en el capítulo II, se han vinculado al estreñimiento numerosos síntomas.
Cuando prevalece el criterio de la autointoxicación, estos síntomas son interpretados desde ese purfto de vista y por tanto se consideran una consecuencia indirecta del estreñimiento. Este produce, según esta corriente ideológica, autointoxicación2, que Fidel Pagés llega a llamar estercoremia3 y que se considera la causante de los síntomas que acompañan al estreñimiento.
Posteriormente, con los progresos en el campo de la bioquímica y de los análisis clínicos, y habiéndose detectado exclusivamente la presencia de indicanuria4 en relación con el estreñimiento comienza un declive en la relación estreñimiento-síntomas acompañantes.
Este progresivo olvido hace que muchos de los síntomas acompañantes que podemos considerar como más clásicos vayan siendo eliminados mientras se asocian otros nuevos a esta patología en las publicaciones actuales.


Sintomatología

A medida que íbamos avanzando en nuestro estudio fuimos observando el carácter repetitivo de algunos síntomas, que eran comunes a muchos de nuestros pacientes. De modo que empezamos a anotarlos, incluyéndolos finalmente en nuestro cuestionario previo, el cual, con frecuencia, reforzaba nuestras sospechas.
Se origina de este modo otro estudio que incluye nuestros cien últimos pacientes.
En cuanto a estos síntomas acompañantes, tenemos unos pacientes que reconocen sólo y exclusivamente estreñimiento y otros que tienen todos los síntomas colaterales que hemos podido reseñar, o solamente algunos de ellos. Los signos y síntomas que hemos observado más a menudo y en los que hemos notado unas variaciones dignas de tomarse en consideración, aparte de la frecuencia y consistencia de las deposiciones, son: cefalea, astenia, lumbalgia, dolor abdominal, náuseas, pirosis o hinchazón abdominal. La importancia de estos síntomas reside en el hecho de que en ocasiones son mas molestos y preocupantes que el propio estreñimiento, por lo que pueden llevar por sí mismos a estudios e intervenciones innecesarios.


Resultados


Nosotros hemos registrado, en la citada muestra de 100 pacientes consecutivos, la presencia de una serie de síntomas acompañantes al estreñimiento y el cambio producido en cada uno de ellos tras la cecopexia. En la tabla 1 vemos detallados estos resultados.
En ninguno de los pacientes que no padecían alguno de estos síntomas antes de la cecopexia apareció dicho síntoma después de la intervención. De acuerdo con estos datos, y aplicando la prueba estadística no paramétrica de los signos resulta P< 0,01 en todos los casos.



Tabla 1


Evolución de los síntomas acompañantes tras la cecopexia



antes de lacecopexia después de lacecopexia

Síntoma Presente Desaparecido Mejorado Mantenido Empeorado

Cefalea 75 68 7 0 0
Frialdad distal 75 65 10 0 0
Meteorismo 74 72 2 0 0
Distensión abdominal 61 58 3 0 0
Caída del pelo 49 41 8 0 0
Insomnio 43 34 8 1 0
Hipermenorrea 27 22 4 1 0
Dolor abdominal 26 24 2 0 0
Color terroso de piel 7 7 0 0 0


N=100


Conclusión

En conclusión, tras la cecopexia se produce una mejoría estadísticamente significativa en todos y cada uno de estos síntomas, en las personas que ¡os padecen como acompañantes de su estreñimiento.
Hemos realizado un seguimiento en estos cien últimos pacientes debido a que, como dijimos anteriormente, los fuimos incorporando de modo progresivo por lo que los porcentajes de algunos de esto síntomas acompañantes recogidos en nuestro estudio pudieran ser inferiores a estudios posteriores e incluso que pudieran citarse otros síntomas no observados por nosotros.
En el capítulo VII explicaremos a ¡a luz de los conocimientos actuales, la relación causa-efecto que, a nuestro entender, existe entre síntomas acompañantes y estreñimiento.
BIBLIOGRAFÍA

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CAPÍTULO VI

ESTUDIO DEL TIEMPO DE TRÁNSITO DIGESTIVO



INTRODUCCIÓN

Conceptualmente un alargamiento del tiempo de tránsito digestivo parece ser condición sine qua non para la existencia de estreñimiento. Dada la subjetividad de la apreciación del grado de estreñimiento por los pacientes, se han realizado múltiples intentos de medir el tiempo de tránsito digestivo como forma objetiva de cuantificar el grado de estreñimiento.
El primer problema que plantea la medición del tiempo de tránsito digestivo es que el contenido intestinal no se mueve de manera uniforme. Gracias a las contracciones de segmentación del tubo digestivo se van produciendo movimientos de avance y retroceso de su contenido que ocasionan una mezcla de los alimentos ingeridos con los jugos gástricos e intestinales secretados por las glándulas digestivas. A estas contracciones de mezcla o segmentación se superponen en el intestino delgado las áridas peristálticas que avanzan en dirección anal a una velocidad de 0,5 a 5 cm por segundo. Pero estas ondas son débiles y mueren habitualmente tras recorrer unos pocos centímetros, por lo que el avance neto del contenido del intestino delgado solamente es de 1 cm por minuto como promedio.
En el intestino grueso, la propulsión de las heces hacia el ano no se produce por ondas peristálticas, sino por los llamados «movimientos masivos», que ocurren solamente unas pocas veces al día y que incluyen una contracción de 20 ó más cm de longitud del colon durante unos 30 segundos seguida de un período de relajación de 2 a 3 minutos1. En el intestino grueso existe una actividad motora de segmentáción casi constante que puede favorecer la absorción y actuar como un obstáculo funcional, enlenteciendo el tránsito colónico. Y de manera ocasional se registran en el colon humano movimientos antiperistálticos que consisten en desplazamientos de las masas fecales desde la flexura hepática hacia el ciego2.
Por otra parte, los períodos en que los contenidos del intestino delgado se vacían en el colon están relacionados con los de las comidas, y las defecaciones ocurren solamente a intervalos infrecuentes. Finalmente, existe una inherente variabilidad en el tránsito digestivo entre unas temporadas y otras, incluso en individuos normales3.
Todas estas particularidades fisiológicas confieren una variabilidad intrínseca al tiempo de tránsito digestivo y condicionan las técnicas de medición del mismo.


Métodos de medición del tránsito digestivo

Frecuencia de las deposiciones.- Es lógico pensar que el intervalo entre las deposiciones sea indicativo del tiempo de tránsito digestivo. Pero la estimación de la frecuencia de las deposiciones según lo que nos dicen los pacientes no tiende a ser demasiado fiable, en especial por lo que respecta a la irregularidad en dicha frecuencia. Sin embargo, se puede aumentar esa fiabilidad mediante el uso de un diario de deposiciones. Y esta observación por parte de los pacientes puede suplementarse con la administración de una dosis peroral única de un colorante tal como el carmín, observando cuándo aparece y cuándo desaparece la coloración en las heces.

Aspecto de las heces.- Mientras que la frecuencia de las deposiciones es un mal predictor del tiempo de tránsito digestivo, Davies y cols. demostraron en 1986 que el tiempo de tránsito intestinal se correlaciona bien con la forma o aspecto de las heces (4). ODonnell y cols.5 diseñaron la llamada «escala de Bristol» (Tabla 1) para que los pacientes con síntomas intestinales catalogaran la forma de las heces de modo que se alcanzara una correlación razonable con el tiempo de tránsito tras el registro de la forma y consistencia de seis deposiciones consecutivas.


Tabla 1

Escala de Bristol

Es una escala de 7 puntos en la cual las heces se puntúan según su cohesión y el agrietamiento de su superficie:

1.- Pedazos separados como nueces.
2.- Con forma de salchicha pero grumoso.
3.- Como una salchicha o serpiente, pero con grietas en su superficie.
4.- Como una salchicha o serpiente, suave y blando.
5.- Trozos suaves, con los bordes bien definidos.
6.- Trozos plumosos con los bordes desflecados,. heces blandas.
7.- Acuoso, sin trozos sólidos.

Probert y cols. desarrollaron fórmulas que permiten estimar el tiempo de tránsito intestinal a partir de tres valoraciones de las deposiciones mediante la escala de Bristol, juntamente con la frecuencia semanal de defecaciones y el intervalo interdefecatorio (6).

Estudios con marcadores y posterior recogida de las heces.- lnicialmente se utilizaron objetos inertes cuyo tiempo de tránsito intestinal podía calcularse exactamente. La variabilidad en el tiempo de tránsito calculado se reduce. al utilizar varios o muchos objetos inertes.
Alvarez y Freedlander en su clásico estudio publicado en 1 924 dieron a ingerir a sus sujetos cuentas de cristal que después recuperaban de las heces mediante el tamizado de las mismas
Años después se aplicó un método similar que consistía en utilizar marcadores radioopacos que se contaban en las deposiciones mediante una radiografía de las mismas. Este método resultaba menos engorroso y más tolerable estéticamente dado que las heces se recogían y se mantenían encerradas en envoltorios impermeables y opacos8.

Estudios basados en la desaparición de marcadores del colon.- Kamm y cols. hacen notar que el tiempo total de tránsito intestinal refleja fundamentalmente el tiempo de tránsito colónico~. Resulta más cómodo medir la desaparición de un marcador del colon que medir su aparición en las heces. Por este motivo se han desarrollado dos métodos de medición del tránsito digestivo basados en la desaparición de los marcadores del colon, según se empleen marcadores radioopacos detectados por radiografía10, o marcadores radioisotópicos detectados por gammagrafía11.
La dosis de radiación utilizando marcadores con 111ln es de 3 a 9 mSv, comparable a los 5 mSv de una radiografía simple de abdomenll. Por consiguiente, los métodos radiográficos radian algo más al paciente cuando se emplean dos o tres radiografías, pero su disponibilidad universal y la simplicidad del método inclinan la balanza a favor de los métodos radiográficos para la realización de estudios clínicos.
Cohen y cols. demostraron una buena reproducibilidad de los tiempos de tránsito en los diferentes segmentos del colon, medidos rad iográficamente med ¡ante marcadores rad ioopacos, en 18 voluntarios sanos con un intervalo de 3 meses12.


Resultados de nuestro estudio antes y después de cecopexia


Introducción.- La medición del tiempo de tránsito colónico se ha utilizado para demostrar objetivamente la existencia de tránsito lento en los pacientes que aquejan estreñimiento crónico severo13, así como para estudiar la eficacia de determinados fármacos en el tratamiento del estreñimiento14. Por ello decidimos llevar a cabo un estudio efectuando mediciones- del tránsito colónico con marcadores radioopacos con el fin de demostrar objetivamente el efecto, en su caso, de la cecopexia sobre el tiempo de tránsito digestivo.

Pacientes y métodos.- Se incluyeron en este estudio 1 6 pacientes consecutivos que acudieron a nuestra consulta presentando estreñimiento crónico idiopático de al menos 5 años de duración que cumplían los siguientes criterios:
- dieron consentimiento informado,
- completaron el estudio radiológico previo a la intervención, no tomaron laxantes ni tuvieron la regla durante el estudio radiológico.
Se administraron 2 cápsulas de gelatina cada uno de los días 1, 2 y 3 del estudio, conteniendo cada cápsula 10 marcadores rad ioopacos anulares. Se practicaron radiografías simples de abdomen los días 4, 7 y 10 del estudio (fig. 9). Posteriormente, mediante anestesia local, se fijó la tenia anterior del ciego al peritoneo parietal a nivel de la incisión de MacBurney con tres puntos. Al mes de la intervención se repitió el anterior estudio radiológico con marcadores (fig.1 0).


a) b)




Fig. 9. Radiografías simples realizadas antes de la cecopexia

a) al 4º día del inicio de la ingestión de marcadores radioopacos.
b) al 7º día del inicio de la ingestión de marcadores radioopacos.
c) al 10º día del inicio de la ingestión de marcadores radioopacos.



a) b)

Fig. 10 Radiografías simples de abdomen realizadas después de la cecopexia a) al 4º día, b) al 7º día del inicio de la ingestión de marcadores rad ioopacos.


Los tiempos de tránsito colónico se calcularon según la técnica de Moreno-Osset10. Los tiempos pre- y post-quirúrgicos de cada paciente se compararon mediante la prueba de Wilcoxon para diferencias de pares15.

Resultados.- Fueron estudiadas 16 mujeres, cuyos tiempos medios estimados de tránsito, en horas, fueron:

Preop. Postop. P
Colon Derecho 21,3 14,6 <0,1
Colon Izquierdo 26,5 14,5 <0,05
Rectosigma 47,3 19,8 <0,01
Colon + Recto 95,1 48,9 <0,001


Conclusión.- La cecopexia disminuye significativamente el tiempo de tránsito colónico total, fundamentalmente a expensas de acelerar el tránsito en rectosigma y colon izquierdo.

Comentario.- Es de señalar que MacDonald y cols. encontraron, en un estudio mediante la misma técnica de marcadores radioopacos, que el estreñimiento subsiguiente al parto o a la histerectomía ocasiona un enlentecimiento del tránsito en el colon izquierdo con conservación de la motilidad en el colon derecho (16 ).


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16. MacDonald A, Poon F, Baxter JM, Finlay IG. Segmental transit studies define a regional delay in patients with postchildbirth/ hysterectomy constipation. Gut 1993; 34 (Suppl 1): 40.








CAPÍTULO VII

ESTREÑIMIENTO Y VIP





«To be or not to VIP»

(Taffe BM. Castroenterofogy, 1979;

76: 417-420).




El VIP

En 1967 Sami I. Said y cols. observaron que los extractos de pulmón de mamíferos eran altamente vasoactivos, causando vasodilatación sistémica1. En 1970 Said y Mutt aislaron por primera vez el VIP («Vasoactive Intestinal Peptide» o Péptido Intestinal Vasoactivo)2. El VIP es un polipéptido de 28 aminoácidos estructuralmente afín a la secretina, denominado así a causa de sus propiedades vasodilatadoras e inicialmente extraído del intestino del cerdo. El VIP está presente en las neuronas del tracto gastrointestinal, especialmente en las del duodeno y colon3. El VIP se concentra específicamente en los terminales nerviosos, por lo cual es considerado un neurotransmisor4.

Acciones del VIP

Al igual que la secretina, el VIP estimula la secreción de agua y bicarbonato por el páncreas, pero en este aspecto es entre 4 y 7 veces menos potente que la secretina. Su administración experimental en sanos provoca la aparición de diarrea acuosa.
La administración intravenosa de VIP disminuye la resistencia vascular periférica, causando un descenso de la presión arterial y un aumento del gasto cardíaco6.
El VIP relaja la musculatura lisa del colon e inhibe la absorción intestinal. Sobre el músculo liso yeyunal presenta una actuación bifásica provocando según la dosis una inhibición o un estímulo de la motilidad intestinal8.
El VIP es vasodilatador de las arterias cerebrales9 y esti.mula la liberación de hormona tiroidea10.


Metabolismo del VIP

El VIP se inactiva rápidamente en el torrente circulatorio, teniendo en él una vida media de 1-2 minutos aproximadamente11.
Debido a su distribución en las neuronas y a su rápida inactivación en la circulación se ha llegado a considerar el VIP más un neurotransmisor o neuromodulador que una hormona circulante. Se ha propuesto que el VIP puede también actuar sobre las células adyacentes de forma paracrina, es decir, como una hormona de actuación local4.


El VIP en el estreñimiento idiopático

Koch y cols. encontraron una reducción en los niveles de VIP en la muscularis externa de la pared del colon descendente en 4 pacientes con estreñimiento crónico idiopático12. Milner y cols. ratifican dicho hallazgo al localizar dicha reducción específicamente en la zona del plexo mientérico de Auerbach13, lo que lleva a pensar que una concentración anormalmente baja de VIP podría correlacionarse con un exceso de segmentación y propulsión reducida en el estreñimiento idiopático.


Estudio de los niveles plasmáticos de VIP antes
y después de la cecopexia

Introducción: Aunque Devroede advierte que el estreñimiento crónico idiopático no puede achacarse a un único mecanismo, este autor admite también que en el momento actual no se puede sino describir las anomalías presentes en los distintos niveles del tracto gastrointestinal de las personas estreñidas14.
Nosotros hemos efectuado determinaciones de la concentración de VIP en plasma antes y después de la cecopexia efectuada en pacientes estreñidos, con el fin de comprobar la variación en este factor.
Podría plantearse el lector que este neuropéptido no pasaría a la sangre, presentando una actuación «in situ» o bien que no superaría la barrera hepática, como se estableció en algunas publicaciones. Pero los trabajos de Strunz15 demuestran que el VIP no es inactivado en el hígado.


Método: Se incluyeron en este estudio 1 2 pacientes consecutivos que acudieron a nuestra consulta presentando estreñimiento crónico idiopático de al menos 5 años de duración y que dieron consentimiento informado.
Las muestras de sangre extraídas de una vena periférica se depositaron en un tubo con aprotinina y se centrifugaron en frío. El plasma se conservó a -18ºC hasta su procesamiento, que se efectuó antes de los 6 meses.
Las mediciones de las concentraciones de VIP se efectuaron en el Laboratorio de Hormonas del Hospital Clínico de Barcelona mediante un radioinmunoanálisis con anticuerpo policlonal tras extracción previa del plasma con polvo de vidrio.
Las comparaciones estadísticas se hicieron mediante la prueba de Wilcoxon de los rangos con signo y mediante la «t» de Student para datos pareados16.

Resultados: Fueron estudiados 12 pacientes. Las medias de concentraciones plasmáticas de VIP (expresadas en pg/mL) antes y después de la cecopexia fueron respectivamente 77,8 (DE 44,2) y 108,8 (DE 46,6).
En la prueba de Wilcoxon de los rangos con signo se obtuvo una P< 0,2, mientras que en la «t» de Student para datos pareados fue P= 0,088.

Discusión: Aunque no se logra alcanzar el umbral habitual para la significación estadística, en esta pequeña serie estudiada se observa un aumento de los niveles plasmáticos de VIP tras la cecopexia. Este aumento pudiera explicar la desaparición del estreñimiento y la aceleración del tránsito colónico, a través de una menor actividad de segmentación en el colon, lo que facilitaría la propulsión a dicho nivel. A su vez, este aumento de los niveles de VIP podría justificar el alivio o desaparición de algunos de los síntomas acompañantes del estreñimiento, explicable por el restablecimiento de la actividad vascular o cerebral del VIP.
Es un hecho admitido desde hace mucho tiempo que el ciego móvil de estos pacientes tiende a volvularse. El mecanismo de torsión fue descrito por primera vez por Weinstein17 como báscula çecal y Bobroff lo explicó como una válvula en solapa18. Esta volvulación ha sido observada incluso durante una operación por Nicole19. Parece que un primer efecto de esta torsión sería el enlentecimiento del retorno venoso, que a su vez sería el motivo de la inutilización del VIP dada su corta vida media. Cuando iniciamos los estudios del VIP en la sangre de nuestros pacientes, los resultados de los casos iniciales fueron ilegibles y sólo pudimos iniciar el estudio con resultados mensurables cuando procedimos a neutralizar su destrucción, centrifugando en frío de modo inmediato, en tubo también en frío conteniendo aprotinina.
La cecopexia eliminaría el enlentecimiento del retorno venosp en el ciego normalizando la concentración de VIP en sangre y posiblemente contribuyendo a la desaparición del estreñimiento por su efecto sobre el músculo liso. Esta misma acción sobre el músculo liso podría también actuar sobre el miometrio y contribuir a explicar la desaparición de las hipermenorreas claramente objetivadas y de respuesta inmediata tras la cecopexia. Cabría explicar la curación de las cefaleas tras la cecopexia, una vez normalizado el VIP en sangre, por los demostrados efectos vasodilatadores de este neuropéptido sobre las arterias cerebrales.
Del mismo modo el efecto vasodilatador podría explicar la normalización de la temperatura en las extremidades al mejorar la perfusión tisular, y tal vez, por igual mecanismo, la desaparición de hiperqueratosis en las palmas de las manos en dos pacientes.
La medición experimental del flujo en la arteria femoral superficial previa perfusión de VIP a este nivel realizada por Sami 1. Said6 ayala plenamente esta hipótesis que es concordante con el citado aumento detemperatura en extremidades y que comentaremos en un caso concreto en el próximo capítulo.



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CAPÍTULO VIII
DISCUSIÓN





Fracaso de la colectomía

Cuando Sir Arbuthnot Lane plantea la solución quirúrgica para el estreñimiento en 1 908, sus ideas se mueven alrededor de una lógica aplastante dados los importantes conocimientos fisiológicos adquiridos en los años precedentes. Todo el contenido del intestino delgado es líquido y sólo al llegar al ciego se inicia un proceso de espesamiento y reabsorción de agua con la consiguiente formación de heces. Como además por física, el colon ascendente en sí mismo define una dificultad de tránsito y el transverso supondría un recorrido presumiblemente dificultoso, como primera medida Lane extirpa el colon ascendente y transverso llevando el íleon terminal al ángulo esplénico del colon. De esta manera cabe esperar que habiendo menos trayecto de reabsorción de líquidos y siendo el recorrido a favor de la gravedad el colon descendente cumpliría una buena función evacuatoria. Sin embargo, Lane se encontró ante un absoluto fracaso por lo que tuvo que recurrir a extirpar también el colon descendente y el colon sigmoide, anastomosando directamente el íleon al recto.

A nuestro entender la extirpación de la zona de mayor producción de VIP, como es el ciego1, puede explicar este fracaso. Como también puede quedar explicado el hecho de que de los pacientes en los que ya de entrada sólo se les deja el recto, un 250/o no logre librarse del estreñimiento. O bien la opinión de Devroede de que la colectomía para tratar el estreñimiento crónico es un mero placebo2.



Éxito de la apendicocecostomía

En el trabajo presentado en la Reunión de la Sociedad Americana de Cirujanos de Colon y Recto que tuvo lugar del 8 al 13 de mayo de 1 994 en Orlando, los autores J.Hill y I.McLennan3, explican la realización de una apendicocecostomía para administrar enemas anterógrados como tratamiento del estreñimiento crónico rebelde, a fin de evitar la gravedad de la otra alternativa quirúrgica (extirpación de gran parte del intestino grueso). Estos autores presentan sus buenos resultados, si bien, a nuestro entender, y sin proponérselo expresamente, estaban reafizando una cecopexia por lo que sospechamos que aunque retirasen la sonda, al quedar fijado el ciego, probablemente se verían sorprendidos gratamente ya que en el fondo han practicado la operación de Wilms.


Huellas dactilares

En cuanto a recientes estudios que relacionan la laxitud del tejido conjuntivo con determinadas huellas dactilares, el prolapso de la válvula mitral y el estreñimiento crónico4, es evidente que esa laxitud del tejido conjuntivo podría explicar una mayor facilidad para el descenso del ciego por ser débiles sus medios de fijación.
Según este planteamiento de laxitud del tejido conjuntivo, podría ser cierta la relación citada por el Dr.Fidel Pagés5 cuando vincula al estreñimiento, problemas articulares y pie plano, al igual que la escoliosis.
Entendemos que no es que el estreñimiento, lógicamente, altere las huellas dactilares, haya prolapsado la válvula mitral, produzca escoliosis o sea la causa del pie plano, sino que todas esas alteraciones, incluyendo la deficiente fijación del ciego, tienen una explicación común, que sería la laxitud del tejido conjuntivo.

Al citar al Dr. Fidel Pagés a propósito de su artículo sobre el estreñimiento no queremos pasar por alto que este prestigioso médico fue el primero en describir en 1921 la técnica de la anestesia epidural por línea media6 tal como se realiza en la actualidad7.



VIP y vasodilatación periférica


El frío de manos y pies fue incluido muy pronto entre los síntomas colaterales por su frecuencia y fácil objetivación.

Relacionamos esa hipotermia con vasoconstricción periférica causada por un descenso del VIP, y el aumento de temperaturas en dichas zonas tras la cecopexia con la lógica vasodilatación por aumento del mismo, como sería el caso de nuestra pianista. Igual explicación tendríamos para los numerosos pacientes que antes de la operación dormían con calcetines y ahora no, o como la doctora Rosa Santana, miembro de nuestro equipo, que usaba guantes para conducir porque le dolían las manos a pesar de nuestro clima subtropical, y que tras la cecopexia no los precisaba.

Esta vasoconstricción provocaría una baja perfusión tisular del cuero cabelludo que podría explicar la detención de la caída del cabello dos meses después de la cecopexia, debido a la normalización de la citada perfusión tisular.

Entre los numerosísimos estudios que deberían real izarse a raíz de nuestras observaciones, estaría la medición de la perfusión cutánea mediante el uso de láser Doppler usado en estudios actuales89, aparato del que no disponemos.
104 F. Padrón - 8. Finía





Recientemente nosplanteamos tomar alguna medida de estos cambios de temperatura en las manos y elegimos a una de nuestras últimas pacientes, Cristina Suárez, estudiante universitaria, que entre otros síntomas destacaba por tener las manos muy frías. En condiciones fisiológicas y ambientales similares tomamos la medida de la temperatura mediante un sensor sujetado entre los dedos índice y pulgar de ambas manos antes y después de la cecopexía.
Utilizamos un monitor de temperatura conectado a un sensor de los habitualmente usados para la medición de la temperatura miocárdica durante las intervenciones cardíacas con circulación extracorpórea (fig. 11).
En este caso, hemos medido el increíble aumento de siete grados centígrados en las manos a las dos semanas de la cecopexia (en la primera semana aumentó dos grados y cinco más a la semana siguiente).


VIP y cefaleas

La cefalea, junto con la frialdad distal es el síntoma acompañante más frecuente del estreñimiento en nuestra serie. La explicación fisiopatológica de esta cefalea, al igual que la de su solución vendría dada por el mismo efecto vasodilatador del VIP sobre las arterias cerebrales10.
Esta misma acción vasodilatadora observada a nivel de la glándula tiroidea y su efecto sobre la liberación de sus hormonas11 podría establecer otro tipo de vínculo entre estreñimiento e hipotiroidismo diferente al que hasta ahora se ha reconocido, por lo que se justificaría el citar la publicación del Dr. Fidel Pagés de 1 9235 ya mencionada en el capítulo II.


Fig. 11. Medición de la temperatura entre los dedos índice y pulgar.


Estreñimiento tras parto o histerectomía

Son numerosas las observaciones de inicio o empeoramiento del estreñimiento tras parto o histerectomía (como el caso de Aurora)12’13. Nosotros también hemos recogido de las historias clínicas de varios pacientes la mejoría del estreñimiento durante el embarazo contrariamente al empeoramiento habitual. En este caso la elevación del ciego por el útero grávido podría explicar esta mejoría.
Por el contrario la histerectomía o la reducción del útero en el puerperio, con la consiguiente relajación en la fijación del ciego, podrían explicar un mayor descenso del mismo y la posibilidad de torsión con el consiguiente descenso del VIP circulante.



Colon irritable

Los cuadros de dolor abdominal y diarreas que pueden observarse intercalados o en distintas etapas del colon irritable, los podríamos interpretar como una intensificación de la torsión del ciego provocando dificultad en la perfusión tisular por compromiso arterial. Como consecuencia aparecería el dolor abdominal de origen isquémico y un hiperperistaltismo reactivo que explicaría la tendencia a las diarreas.



BIBLIOGRAFÍA

1. Chayvialle JA, Miyata M, Descos E, Rayford PL, Thompson JC. Physiological observations Qn vasoactive intestinal peptide in the
digestive tract. En: Said SI, ed. Vasoactive intestinal peptide. Advances in peptide hormone. Research series. Nueva York: Rayen
Press, 1982; 447-456.

2. Devroede G. Constipation. En: Sleisenger MH, Fordtran JS, eds. Gastrointestinal disease. Pathophysiology/Diagnosis/Management. Filadelfia: W.B. Saunders, 1993; 837-887.

3. Hill J, MacLennan I. Antegrade continent enemas for severe idiopathic constipation. Dis Colon Rectum 1994; 37(4): Pl6-Pl7.

4. Cerulli MA, Schuster MM. Medical treatment of constipation and fecal incontinence. En: Phillips SF, Pemberton JH, Shorter RC, eds. The large intestine. Physiology, pathophysiology, and disease. Nueva York: Rayen Press, 1991; 747-756.

5. Pagés F. Aspecto quirúrgico del estreñimiento. Rey Esp Cirugía 1923; 5 (8):363-382.

6. Pagés F. Anestesia metamérica. Rey Sanid Mil (Madr) 1921; 11: 351.

7. Van Aken H. Foreword. En: Van Aken H, ed. New developments in epidural and spinal drugs administration. Baillieres Clinical Anesthesiology 1993; 7 (3): Xl- XIII.

8. Schabauer AMA, Rooke 1W. Cutaneous laser Doppler flowmetry: applications and findings. Mayo Clin Proc 1994; 69: 564-574.

9. Niinikoski J, Kuttila K. Adequacy of tissue oxygenation in cardiac surgery: regional measurements. Cnt Care Med 1993; 21(2): S77-S83.

10. Suzuki Y, McMaster D, Lederis K, Rorstad OP. Characterization of the relaxant effects of vasoactive intestinal peptide (VIP) and PHI on isolated brain arteries. Brain Research 1984; 322: 9-16.

11. Huffman LJ, Connors JM, Hedge CA. VIP and its homologues increase vascular conductance in certain endocrine and exocrine glands. Am J Physiol 1988; 254 (Endocrinol Metab 17): E435-E442.

12. Roe AM, Bartolo BCC, Mortensen NJMcM. Slow transit constipation. Comparison between patients with and without previous hysterectomy. Dig Dis Sci 1988; 33:1159-1163.

13. MacDonald A, Poon E, Baxter JN, Finlay IG. Segmental transit studies define a regional delay in patients with postchildbirth/
hysterectomy constipation. Cut 1993 34 (Suppl 1) 40.




CAPÍTULO IX


CONCLUSIONES





«El sol podría ser tan grande
como todo el Peloponeso»
ANAXÁGORAS, 500-428 a.C.





La fijación quirúrgica del ciego impide la torsión del mismo en los pacientes afectos de estreñimiento crónico idiopático y normaliza o mejora notablemente el ritmo de las deposiciones suprimiendo o disminuyendo notablemente el consumo de laxantes.
Los síntomas acompañantes del estreñimiento tales como cefaleas, frialdad distal, meteorismo, etc, desaparecen prácticamente por completo tras la fijación del ciego.
El tiempo de tránsito a nivel del intestino grueso en los pacientes estreñidos se acorta de modo indiscutible tras la realización de cecopexia.
Los cambios fisiológicos producidos en el organismo por la cecopexia probablemente son debidos al aumento en sangre periférica del Polipéptido Intestinal Vasoactivo (VI P).
La inactivación del VIP en los pacientes afectos de estreñimiento crónico se estaría produciendo a nivel del ciego debido al enlentecimiento del retorno venoso en dicha zona por tratarse de una sustancia de una vida media muy corta.
En definitiva, con la fijación quirúrgica del ciego, que tanto éxito tuvo en pasadas décadas, se obtienen unos excelentes resultados, no a través de mecanismos de índole mecánica sino, posiblemente, por la variación de alguna hormona digestiva como podría ser el VIP.
A pesar de la escasa morbilidad y nula mortalidad de la cecopexia para tratar el estreñimiento, esta intervención debe realizarse previo un estudio responsable de los pacientes. Se podría ser menos exigente cuando se trata de pacientes jóvenes o niños, más riguroso en ancianos y contraindicar expresamente esta operación en diabéticos, pacientes con afectaciones neurológicas o cualquier otro que no reúna las condiciones que se han comentado a lo largo de este libro.


Como resumen de nuestra larga experiencia podemos asegurar que la cecopexia:


• cura el estreñimiento crónico idiopático,
• tiene una mortalidad nula y una morbilidad despreciable,
• ofrece una rentabilidad social y humana altísima,
• tiene un bajo coste económico,
• puede ser reálizada por cualquier cirujano general.





Los autores agradecerán los comentarios, críticas y sugerencias
de los lectores, que pueden remitirse a :


Dr. Fernando Padrón
Avda. Juan XXIII, bajo
35004, Las Palmas de Gran Canaria, España
Fax +34928290433
E-Mail : fpadron@lander.es





Información complementaria
para lectores
ajenos a la profesión médica




Ofrecemos estos comentarios explicativos para facilitar la comprensión de este libro a los lectores que no estan familiarizados con la jerga médica.
En las siguientes explicaciones se han sacrificado en parte la meticulosidad y precisión en aras de una mejor comprensión, por ¡o que se ruega a los médicos que no lean estas páginas o por lo menos que las vean con una especial tolerancia.


COMENTARIO AL PRÓLOGO

En castellano se usa cada vez más la palabra constipación como sinónimo de estreñimiento debido a la influencia del idioma inglés. No podemos confundir constipado con costipado que es sinónimo de resfriado.



COMENTARIOS AL CAPÍTULO I

Colon es sinónimo de intestino grueso.
La primera parte del intestino delgado se denomina duodeno, la 2ª yeyuno y la 3ª íleon (que acaba en el ciego).
El ciego: es el inicio del intestino grueso o colon, donde termina el intestino delgado y donde se halla situado el apéndice.

El ciego se halla situado en la fosa ilíaca derecha, es decir en la parte baja y derecha del abdomen. Si ponemos los brazos “en jarra” el índice derecho se halla sobre el ciego.

Se considera que el ciego es móvil cuando no está fijo en su lugar anatómico por lo que desciende al estar de pie o se desplaza hacia el centro del abdomen a su capricho.

El estrecho superior de la pelvis se halla situado algo mas abajo de las caderas.

Enfermedad de Hirschprung: esta enfermedád se caracteriza porque una parte del intestino no recibe órdenes para contraerse y realizar sus movimientos propios, por lo que tiende a dilatarse desmesuradamente y a producir problemas en el avance del contenido intestinal.

Colon irritable: cuando un paciente tiene dolores de barriga y diarreas o estreñimiento y no se encuentra otra enjermedad conocida que explique este problema se le diagnostica de colon irritable, facilitando así el entendimiento entre los médicos y un diagnóstico tranquilizador para el paciente, porque por definición es una enfermedad benigna que nadie sabe en que consiste.

Enfermedad de Chagas: se da sólo en determinados países de América del sur.

Estenosis: estrechamientos.

Resecar: extirpar.

Placebo: sustancia sin ningún tipo de efecto ( v. gr. harina) que en forma de píldora o cápsula se da a un paciente que piensa que está tomando un medicamento de verdad. Numerosos pacientes mejoran temporalmente sólo por el hecho de creer que tornan algo que les puede curar.



COMENTARIOS AL CAPITULO II



Colectomía: extirpación del colon o intestino grueso que puede ser parcial, subtotal o total. La coloprotectomía incluye la extirpación del colon y recto (procto: palabra griega que significa recto).

Válvula ileocecal: válvula que se halla controlando el paso del intestino delgado al intestino grueso.

Apendicitis crónica: el siglo pasado cuando un paciente tenía dolores prolongados en la zona del apéndice, se le diagnosticaba de apendicitis crónica. Con los avances de los estudios microscópicos al analizar los apéndices extirpados a estos pacientes y ver que eran normales se afirmó que la apendicitis crónica no existía. Por esto el Dr. Wilms habla de “la llamada apendicitis crónica”.

Meso: es la membrana por donde llegan al intestino las arterias, las venas, los nervios y los vasos linfáticos. Cortar un intestino puede no producir dolor pero traccionar el meso produce un dolor intensísimo y descenso de la presión arterial entre otros efectos.

CECOPEXIA: FIJACION DEL CIEGO

Epigastrio: es la zona central alta del abdomen, conocida vulgarmente como “la boca del estómago

Dolor de tipo cólico: es un dolor intermitente que va subiendo de intensidad para luego descender mas o menos bruscamente, es el clásico “retortijón”.

Simpático: los sistemas nerviosos contrapuestos que regulan los movimientos intestinales y que tienen distintas vías nerviosas son el simpático y el parasimpático.

Colopexia: fijación del colon.

Gastroenteroptosis (gastro= estómago, entero=intesti no, ptosis= descenso): descenso del estómago e intestino.

Fascia de coalescencia: membrana que une el colon a la pared abdominal.

Estasis: estancamiento.



COMENTARIOS AL CAPITULO III



Asas intestinales: distintos fragmentos del intestino.

Divertículo de Meckel: estructura pareçida al apéndice que se encuentra en el intestino delgado y que se halla presente en un bajo porcentaje de las personas.

Laparotomía: abrir el abdomen quirúrgicamente.

“Laparotomía blanca”: se usa entre los cirujanos para definir cuando se abre el abdomen pensando que el paciente tiene alguna enfermedad que se puede solucionar quirúrgicamente y no se observa enfermedad alguna.

Volvular: torcer; un vólvulo intestinal es una torsión del intestino que si compromete la circulación arterial precisa una operación urgente.
Colecistografía: radiografía para ver la vesícula, que se obtiene tomando previamente una sustancia que se expulsa junto con la bilis.
Colagogo: medicamente que ayuda al vaciamiento de la vesícula biliar.
Cólicos hepáticos: dolores provocados por piedras en la vesícula.
Colelitiasis: piedras en la vesícula biliar.
Apendicectomía: extirpación de! apéndice.
Colecistectomía: extirpación de la vesícula biliar.
Incisión de Mc Burney: incisión quirúrgica más frecuentemente utilizada para extirpar el apéndice.





COMENTARIOS AL CAPITULO IV


Bipedestación: de pie.
Decúbito: acostado.
Anestesia local asistida: es una operación realizada con anestesia local, como la usada habitualmente por los odontólogos pero con la presencia del anestesista que sólo actua en caso de dolor administrando algún medicamento potente pero sin que el paciente sufra una anestesia general, es decir que deje de respirar por sí mismo. En la anestesia general es necesario colocar un tubo en las vías respiratorias y conectar al paciente un aparato que “respira” por él.
Efectos vagales: en este caso nos referimos especialmente al descenso de la presión arterial.
Peritone parietal: el peritoneo es la finísima membrana que tapiza todos los intestinos por su parte externa y toda ¡a cavidad abdominal que está en contacto con ellos. La parte de esta película que recubre los intestinos se llama peritoneo visceral y la que recubre la cavidad abdominal es el peritoneo parietal.
Cintilla anterior: el intestino grueso dispone de tres cintillas o tenias que son algo mas resistentes. Existe una anterior (ver dibujo), una postero-interna y otra postero-externa.
Fosa ilíaca derecha: zona baja derecha del abdomen donde se localiza el ciego y por supuesto el apéndice.
lngesta: comida.
Sutura continua intradérmica: es un solo punto que se coloca, no a través, sino a lo largo de la herida operatoria, entre el espesor de la piel de ambos lados de la herida, que no atraviesa toda la piel y que se retira tirando de uno de sus estremos.
Hipermenorrea: reglas muy abundantes.
Seroma: acúmulo de líquido rosado, primeramente, y de color ambarino más tarde que suele formarse en las heridas quirúrgicas recientes.






COMENTARIOS AL CAPITULO V



Estercoremia: excrementos en sangre.
lndicanuria: presencia de indicán (una sustancia química) en la orina. -
Cefalea: dolor de cabeza.
Astenia: cansancio.
Lumbalgia: dolor en la espalda.
Pirosis: ardor de estómago.





COMENTARIOS AL CAPITULO VI


,- ‘

Tiempo de tránsito digestivo: tiempo que tardan los alimentos desde que se ingieren hasta que se expulsan.
Ondas peristálticas: ondas progresivas que producen el avance de los alimentos en el tubo digestivo.
Radioopacos: que destacan en las radiografías.






COMENTARIOS AL CAPITULO VII



Vasoactivo: que tiene influencia sobre las arterias produciendo mayor o menor paso de sangre por las mismas. Si hay mayor paso hablamos de vasodilatación y si reduce él paso hablamos de vasoconstricción.
Secretina: hormona digestiya.
Gasto cardiaco: volumen de sangre que bombea el corazón.
Muscularis externa: capa del intestino que contiene músculo liso.
Plexo mientérico de Auerbach: ramos nerviosos que regulan la contracción de los intestinos.
Miometrio: músculo uterino.
Perfusión tisu lar: cantidad de sangre que llega a los tejidos.
Hiperqueratosis: callosidades.





COMENTARIOS AL CAPITULO VIII


Anastomosar: empalmar.
Apendico-cecostomía: conexión del ciego con el exterior a nivel del apéndice mediante un tubo que comunica la parte externa de la pared abdominal con el interior del ciego.
Tejido conjuntivo: tejido de sostén. Es el que sujeta las diversas estructuras del organismo.
Escoliosis: desviación de la columna.
Prolapso de la válvula mitral: la válvula cardiaca es arrastrada désencajándose de su sitio. Prolapsar es lo mismo que abombar.
Histerectomía: extirpación del útero.
Isquémico: falto de sangre.
Idiopático: de naturaleza desconocida.





Tubo digestivo





Intestino delgado







Intestino grueso
alfha
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#3

Mensaje por alfha »

¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo...

ESTA ES LA DIFERENCIA ENTRE LA OPERACIÓN Y NO OPERACIÓN
alfha
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#4

Mensaje por alfha »

Eres invulnerable. ¿No te han dado
los números que rigen tu destino
certidumbre de polvo? ¿No es acaso
tu irreversible tiempo el de aquel río?

Sombra, irás a la sombra que te aguarda
fatal en el confín de tu jornada;
piensa que de algún modo ya estás con SII.
alfha
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#5

Mensaje por alfha »

CECOPEXIA:EL ESTREÑIMIENTO CRÓNICO Y EL COLON IRRITABLE SE RESUELVEN CON UNA OPERACIÓN QUIRÚRGICA


Hace ya casi un siglo el doctor Max Wilms descubrió cómo curar el estreñimiento crónico con una sencilla operación que luego fue abandonada y olvidada por los cirujanos durante décadas. Pues bien, hoy esa técnica ha sido recuperada por el médico canario Fernando Padrón quien asegura que basta una sencilla operación quirúrgica de 15 minutos para resolver tanto el estreñimiento crónico como el colon irritable mediante la fijación del ciego -el principio del intestino grueso- a la pared abdominal.

En 1908, tras realizar una sencilla y novedosa intervención para tratar un caso de la llamada apendicitis crónica, el cirujano alemán Max Wilms observó que sus pacientes no sólo se sentían aliviados de sus dolores abdominales sino que además se curaban del estreñimiento crónico asociado a sus dolencias. La operación en sí había consistido en inmovilizar una parte del intestino grueso -en concreto, la primera, llamada ciego que es donde ambos intestinos se juntan- fijándola a la pared abdominal. Es decir, había practicado una Cecopexia o lo que él definió como una cura para el estreñimiento crónico. Sin embargo, a pesar del éxito la falta de soporte tecnológico para demostrar la veracidad de su observación, unido al mal uso que dieron a su técnica otros cirujanos de la época hicieron que este procedimiento quirúrgico cayera en desuso.
Afortunadamente la casualidad quiso que, décadas después, otro médico -en este caso canario y llamado Fernando Padrón- estudiara el trabajo de Wilms y retomara sus investigaciones sobre la relación entre el ciego móvil y el estreñimiento. Y así, desde 1989 el doctor Padrón no sólo ha realizado estudios clínicos concluyentes que demuestran esa vinculación sino que atesora ya la experiencia que dan más de 700 pacientes operados que en sólo 15 minutos han podido librarse de las torturas del estreñimiento crónico.

EL ESTREÑIMIENTO ES UNA ENFERMEDAD
Cefaleas, meteorismo, menstruaciones abundantes y duraderas, dolor genital durante la relación sexual, manos y pies fríos, digestiones lentas, dolor abdominal, fatiga y hasta insomnio son sólo algunos de los síntomas que acompañan al estreñimiento crónico, uno de los problemas de salud más extendidos en nuestra sociedad moderna hasta el punto de afectar a 1 de cada 6 ciudadanos de los países desarrollados, mayoritariamente mujeres. De ahí que el estreñimiento no deba tomarse como una simple molestia porque a la larga, si esa situación se mantiene en el tiempo, puede cronificarse y ser causa de graves trastornos; incluso un claro factor de riesgo en la aparición del cáncer de colon.
Ello ha llevado a profesionales de la Medicina como el doctor Padrón a abogar para que el estreñimiento crónico sea considerado en sí mismo una enfermedad y no un mero síntoma o una dolencia menor. De hecho, ya en 1995 publicaría -junto con el epidemiólogo Basilio Anía- un libro titulado El estreñimiento es una enfermedad (Editorial JIMS). En él, además de exponer distintas consideraciones sobre esta dolencia explica en qué consiste la Cecopexia, una técnica quirúrgica ideada por Wilms pero perfeccionada por Padrón con la que éste último ha operado ya a más de 700 personas afectadas de estreñimiento crónico con un 86% de resultados satisfactorios. Es decir, más de 600 personas a las que una simple intervención que dura algo más de un cuarto de hora ha cambiado completamente la vida.
-Díganos, doctor, ¿en qué consiste exactamente la Cecopexia?
-Pues no es más que una intervención quirúrgica de corta duración, en torno a quince minutos, que se realiza con anestesia y con la que se eliminan el estreñimiento y los síntomas que lo acompañan. Lo que se hace es coser el ciego -que como sabe es la parte inicial del intestino grueso- a la pared abdominal para evitar que se desplace del lugar que le corresponde anatómicamente, se retuerza y provoque una nueva situación de estreñimiento.
-Es decir, que lo que usted plantea es que el estreñimiento se debe a la movilidad del ciego de las personas afectadas.
-Influyen muchos y muy variados factores pero lo cierto es que en los casos de estreñimiento que hemos operado la constante era la movilidad del ciego. Al mismo tiempo, tener un ciego móvil implica la disminución de los niveles en sangre del péptido intestinal vasoactivo, una sustancia que se produce en el íleon terminal y en el propio ciego, y cuya carencia conlleva la constipación o estreñimiento. Pero, como le digo, la causa última de la situación de estreñimiento crónico es la movilidad del ciego.
-Habla de un ciego que se desplaza del lugar que le corresponde de forma natural. Pero, ¿cuál es ese lugar?
-Concretamente, la fosa ilíaca derecha. Es decir, la parte baja derecha del abdomen, a la altura de la quinta vértebra lumbar. Se encuentra situado en el inicio del intestino grueso o colon donde termina el intestino delgado, cerca de donde se halla situado el apéndice. De forma práctica, si ponemos los brazos "en jarras", el dedo índice derecho se halla sobre el ciego.
-¿Hacia donde puede desplazarse?
-Hemos comprobado que existen tres tipos de ciego móvil. En el tipo 1 el ciego está en posición normal mientras el individuo está acostado pero cuando éste se pone de pie desciende más de cinco centímetros, incluso hasta la cintura pélvica. En el tipo II, incluso estando acostado el paciente, el ciego está por debajo de su posición habitual y al ponerse de pie desciende hasta la cintura pélvica. En el tipo III, tanto acostado como de pie, el ciego se encuentra dentro de la cavidad pélvica. Todos los afectados por estreñimiento crónico que hemos operado presentaban uno de estos tipos de ciego.

VIP Y ESTREÑIMIENTO
-Entendemos que la técnica que usted propone unifica la propuesta de Max Wilms y los hallazgos acerca de la acción de algunas hormonas gastrointestinales o neuropéptidos como neurotransmisores sobre diferentes estructuras anatómicas del organismo. ¿Estamos en lo cierto?
-Efectivamente. Verá, Wilms ideó una técnica quirúrgica que solucionaba el estreñimiento pero carecía de los conocimientos científicos suficientes para explicar por qué. Ahora sabemos que el ciego móvil, además de ser causa de algún tipo de estreñimiento, puede serlo también del colon irritable porque el proceso es el mismo. Lo que ha cambiado es la nomenclatura porque éstas dos denominaciones, estreñimiento crónico idiopático y colon irritable, estaban comprendidas dentro de la llamada apendicitis crónica.
-¿Puede ampliarnos este punto?
-Con gusto. Mire, lo que hemos podido demostrar gracias a los estudios clínicos que hemos realizado es que la movilidad anormal del ciego o un ciego desplazado del lugar que anatómicamente le corresponde tiende a volvularse, es decir, a retorcerse. Esto produce la distensión y el colapso de los vasos sanguíneos que transportan los péptidos intestinales, que sólo tienen una vida de unos 2 minutos porque rápidamente son destruidos por la acción de la temperatura corporal. Por tanto, un primer efecto de esta torsión provocada por un ciego móvil sería el enlentecimiento del retorno venoso que, a su vez, sería el motivo de la inutilización del péptido intestinal vasoactivo (VIP en sus siglas inglesas) dada su corta vida. Y esta carencia acaba provocando situaciones como el estreñimiento y el colon irritable que se pueden eliminar con una Cecopexia.
-Es decir, que la Cecopexia es una intervención que se realiza a pacientes afectos de ciego móvil bajo la hipótesis de que su fijación normaliza la circulación del VIP y, por tanto, cura el estreñimiento crónico y los síntomas que lo acompañan así como el colon irritable.
-Eso es. La fijación quirúrgica del ciego impide su torsión, reactiva la disponibilidad del VIP y, así, mejora notablemente el ritmo de deposiciones.
-¿Cuáles son los síntomas de esa carencia del péptido intestinal vasoactivo o VIP?
-Pues básicamente los que se asocian al estreñimiento crónico como cefaleas, fatiga, insomnio, hipermenorrea, alopecia, etc. Tras la Cecopexia se normaliza la concentración de VIP en sangre. Este simple hecho tiene repercusiones a varios niveles. Por ejemplo, incide sobre el miometrio, lo que explica la desaparición de las hipermenorreas en las pacientes intervenidas. También la remisión de las cefaleas se explica por los efectos vasodilatadores de este neuropéptido sobre las arterias cerebrales. Del mismo modo, su efecto vasodilatador provoca la normalización de la temperatura en las extremidades al mejorar la cantidad de sangre que llega a los tejidos. Y por esa misma razón se detiene la caída del cabello a tan sólo dos meses después de la Cecopexia.

HALLAZGO CASUAL
-Y díganos, ¿cómo descubrió la efectividad de esta técnica?
-Pues debo confesarle que de manera absolutamente casual. Verá, en 1979, mientras ejercía como cirujano en una clínica de Vic (Barcelona), me comunicaron que una de las enfermeras, Aurora, sufría desde hacía varios años digestiones muy pesadas, no podía consumir determinados alimentos, en ocasiones vomitaba a media noche la comida del mediodía, a veces tenía diarrea y otras estreñimiento. La habían hecho todas las pruebas oportunas pero su digestólogo ya había tirado la toalla. Entonces la propuse que se sometiera a una intervención para buscar algún obstáculo en el íleon (tercera zona en la que se considera dividido el intestino delgado) y durante la misma comprobé que todo era normal en el intestino delgado pero me llamó la atención que el ciego era bastante móvil y que se desplazaba hasta el centro del abdomen. Supongo que en ese momento debí recordar lo que leí sobre el Dr. Wilms y, sin pensarlo mucho, decidí extirparle el apéndice y fijar el ciego en su lugar anatómico -es decir, en la pared abdominal a nivel de la región inferior externa derecha de la cavidad abdominal- por si una tendencia a retorcerse pudiera ser la causa del dolor. Al día siguiente, al pasar visita a los operados, Aurora me confesó que se sentía curada aunque yo, la verdad sea dicha, me preguntaba cuánto duraría su mejoría.
-¿Por qué esas dudas?
-Pues por cómo había sido todo. Piense que la paciente había entrado en quirófano porque supuestamente había un problema en su íleon y salió con el ciego fijado a su peritoneo parietal. Obviamente sabía lo que hacía pero mi decisión en aquel momento fue espontánea, casi impulsiva. Vi claro que fijar el ciego podía ser la solución, como así fue. Incluso tiempo después de la intervención, en 1981, cuando me trasladé a Las Palmas de modo definitivo, yo mismo seguía sin encontrar una explicación lógica. El caso es que han pasado 25 años y Aurora sigue curada.
-Y después llegarían más ocasiones de comprobar el éxito de este procedimiento.
-Así es. En 1984 llegó a mi consulta una mujer de unos cuarenta años, un tanto obesa y de carácter animoso y decidido. Tenía unos cólicos abdominales que no le dejaban ni dormir. Se pasaba las noches en un sillón y estaba desesperada. Además sufría de un fuerte estreñimiento. Bueno, pues después de valorar su historia clínica y sus informes la dije: "Ni yo ni los que la han tratado hasta el momento sabemos lo que tiene pero mi experiencia en algunos casos es que podría curarse con una pequeña operación". La practiqué una incisión de MacBurney, localicé el ciego y con tres puntos fijé la cintilla anterior del mismo al peritoneo, justo en su lugar anatómico.
-Como explica en su libro, Pilar -que así se llamaba la paciente- quedó curada de sus males, incluido el estreñimiento y por fin pudo dormir acostada. Y según cuenta, el mismo resultado se obtuvo en el caso de otros muchos pacientes que llegaron a usted aquejados de dolores en la fosa ilíaca derecha y con estreñimiento. De hecho, en el libro lo describe de la siguiente manera: "Continuando con mi criticable conducta al realizar operaciones fuera de lo que en nuestros días es la práctica habitual y corriendo un cierto riesgo médico-legal, yo les fijaba el ciego y mis pacientes se curaban".
-Sí. Y añado a esto que en aquellos momentos pasaba mucho tiempo preocupado porque aunque comprobaba que la técnica funcionaba -en este sentido, mis pacientes eran la prueba evidente- no tenía una explicación contrastable de cómo y por qué lo hacía. De hecho, al principio realizábamos la Cecopexia con la misma técnica con la que intervinimos a Aurora por temor a que cualquier variación produjera la pérdida de la "magia" de la operación.
-Pero usted estaba convencido de que fijando el ciego de pacientes afectados por dolores abdominales y que, en su mayoría, además padecían de estreñimiento se curaban de ambos males con una intervención de escaso riesgo. El siguiente paso era conocer si esa misma técnica serviría para curar a los pacientes aquejados de estreñimiento pero que no padecieran dolor abdominal. Es decir, si la Cecopexia era en realidad una forma de operar el estreñimiento. Y por lo que sabemos la respuesta no tardó en llegar...
-Así es. Fue en enero del 89. Con anestesia local fijamos el ciego de una paciente que únicamente padecía estreñimiento. Dos semanas más tarde nos confirmaba los resultados esperados. Así pues, gracias a aquella paciente -que se prestó voluntaria- pudimos comprobar que la fijación del ciego también podía curar algunos casos de estreñimiento en pacientes cuyo cuadro clínico no estuviera definido por el dolor.
-Y rápidamente se puso en marcha uno de los más efectivos sistemas de comunicación, el boca-a-boca, y a su consulta de Las Palmas fueron llegando más y más pacientes.
-La verdad es que así fue y gracias a ello pudimos comprobar que lo que en principio era una intervención para eliminar la movilidad del ciego en pacientes con dolores abdominales resultó ser una operación que también curaba el estreñimiento, mejoraba la expulsión de los gases y la distensión del abdomen de los operados, les permitía hacer mejores digestiones, dormir notablemente mejor y se encontraban menos nerviosos. Además comprobamos que se detenía la caída del cabello, se corregían las pérdidas menstruales excesivas y los dolores de cabeza, y se suprimía el frío en pies y manos, entre otros beneficios. Desde entonces hasta hoy más de 700 personas se han sometido a Cecopexia y los resultados son muy satisfactorios.

RESULTADOS INMEDIATOS
-¿En qué casos está especialmente indicada la intervención?
-En aquellos en los que el paciente padezca estreñimiento crónico y lleve más de cinco años con dos o menos deposiciones por semana. Hemos comprobado que en el 90% de los casos se debe a un ciego desplazado. También en situaciones de colon irritable. Nuestra indicación de la Cecopexia para tratar el colon irritable es pionera en la historia de la medicina pero hemos observado que la mejoría es evidente. En poco tiempo desaparecen el dolor abdominal y las diarreas y/o estreñimiento que acompañan a esta dolencia.
-¿Alguna contraindicación?
-Sí. Mire, a pesar de la escasa morbilidad y la nula mortalidad de la Cecopexia esta intervención debe realizarse previo estudio responsable de los pacientes. Y lo que hemos observado es que esta operación está expresamente contraindicada para diabéticos, pacientes con afectaciones neurológicas o cualquier otro que no reúna una serie de condiciones específicas que garanticen el éxito de la intervención.
-¿Cómo es el postoperatorio?
-Nada complicado, como la intervención en sí. Verá, nos limitamos a operar con anestesia local o general -depende de los casos- y el procedimiento es similar, aunque menos arriesgado, que una operación de apendicitis. Apenas damos 5 puntos de sutura para fijar el ciego al peritoneo parietal y la cicatriz es de sólo 3 centímetros, prácticamente imperceptible a los 6 meses de la intervención. Le explico esto para que entienda más fácilmente por qué el postoperatorio se limita a pequeñas molestias en la zona abdominal inferior derecha y la percepción de movimientos intestinales. Por lo demás, a los 4 días se retira la sutura intradérmica y se conserva el apósito externo hasta 10 días después de la intervención.
-¿Y cuándo puede abandonar el paciente la clínica y hacer vida normal?
-Al día siguiente. No se le indica ninguna precaución especial salvo las referidas a la propia herida; eso sí, se le pide que no haga esfuerzos en un par de semanas. Por lo demás, puede comer normalmente y no necesitará ningún tipo de medicamento para poder ir al baño.
-¿La mejoría es evidente en poco tiempo?
-De forma inmediata en muchos casos. Es muy frecuente que la primera evacuación, a pesar de la cirugía y sin medicamento alguno, se produzca dentro de las primeras 24-48 horas. Luego, en los días posteriores, se normaliza definitivamente el ritmo intestinal y, poco a poco, desaparecen todos los síntomas asociados al estreñimiento o al colon irritable.
-¿Cuál es el porcentaje de éxito de esta técnica?
-Tras más de 700 intervenciones hemos obtenido un 86% de resultados esperados.
-¿Y cómo es posible que con ese asombroso porcentaje de éxito sólo sea una treintena de cirujanos quienes la realizan en el mundo?
-Pues es posible porque, como bien saben ustedes, la comunidad médica es muy escéptica y muy lenta a veces a la hora de admitir incluso lo que es evidente.
-Gracias por todo, doctor.
-A ustedes.


Antonio Muro
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