El colectivo hipocondríaco denuncia que su situación es límite
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La Asociación Española de Hipocondríacos (AEH) ha emitido esta mañana un comunicado en el que, con trazo tembloroso, acusa al Gobierno de desatender el estado en el que se encuentran los hipocondríacos españoles. “Muchos de nosotros tenemos dolencias graves, muy graves o directamente trágicas. Aquí viene gente que está en estado crítico desde los años ochenta, gente que habla muy rápido porque no sabe si seguirá con vida al terminar la frase” explica el portavoz de la entidad, Lorenzo Sánchez-Playmobil.
Si las autoridades no escuchan las reivindicaciones de la asociación, los hipocondríacos planean organizar una “llorada popular” frente a la sede principal del Ministerio de Sanidad. Aunque son muchos los amigos y familiares de los afectados que se han personado en el local que la AEH tiene en Madrid, Sánchez-Playmobil ha querido advertir de los efectos terribles que podría acarrear una “sobredosis de cariño”.
“Hoy me noto más amarillo. Es el hígado seguro. Acudo a la asociación para ver si alguien más está amarillo. Al final resulta que somos ocho personas con dolencias hepáticas graves y llamamos a una ambulancia. Esperamos varios minutos y no responden. El brazo que sostiene el auricular pronto se queda sin sangre, afectando a nivel vascular. Nos vamos turnando. Todos con el brazo ya afectado y con el hígado quién sabe en qué estado. Pasa el tiempo y todo sigue igual. O no responden o comunican. Un compañero se desmaya. La desesperación nos invade y al final nos quedamos todos dormidos. Escenas parecidas se repiten todos los días, año tras año”, declaraba un miembro de la asociación con el cuerpo completamente vendado “por si las moscas”.
La AEH denuncia que el Gobierno no ha atendido ninguna de sus solicitudes desde los tiempos de la gripe aviar. “Entonces nos repartieron cien bufanditas con la bandera de España y doce cajas llenas de mascarillas. Callaron nuestras bocas con un parche y luego, cuando hubo más problemas, optaron por darnos largas sistemáticamente”, insiste el portavoz. “La Asociación Española de Suicidas, situada en el octavo piso del edificio de enfrente, no deja de repartir panfletos en la entrada de nuestra sede. Quieren captar a nuestros miembros y, si seguimos en este estado de abandono, pronto lo conseguirán”, sentencia Sánchez-Playmobil.
El colectivo no tiene apenas fondos para mantenerse porque invirtió el grueso de su capital en equipos informáticos. “Los que teníamos quedaron completamente inservibles por la debacle del Efecto 2000. Y los de ahora tienen virus constantemente”, explican.
